Este no es un reportaje clásico hablando de lo bonita que es Roma. De esos ya hay miles, y no creemos que podamos aportar muchas novedades. Hacemos un breve repaso a las cosas que hay que tener en cuenta para que las particularidades que tienen la ciudad y sus habitantes, no nos amarguen un viaje que puede ser maravilloso.
Partiendo de la base de que Roma y Ciudad del Vaticano, al menos para mí, son de las grandes maravillas del mundo, y que son lugares imprescindibles, son muchos los consejos y cosas a tener en cuenta cuando se visitan. Estas recomendaciones son fruto de varios viajes a Roma, y son las que me hubiera gustado que me hubieran advertido a mí antes de mi primer viaje a la Ciudad Eterna.
No debemos dejar que cosas menores nos aparten de nuestro verdadero objetivo, que es ver y disfrutar de tanta belleza e historia como tiene esta ciudad. A mí, el hecho de poder ver las ruinas de la antigua Roma, la Basílica de San Pedro o los Museos Vaticanos, no me hace perder ni un minuto en cuestiones menores. Por eso escribimos este reportaje, para que nuestros lectores puedan concentrarse en lo importante y evitar lo irrelevante.
Alojamiento
En primer lugar, deberemos tener en cuenta que las estrellas del rótulo de la puerta, que en España nos indican la categoría y lo que podemos esperar del hotel, en Roma la mayoría de las veces es un adorno. O un indicador de lo amigo que es el dueño del hotel del que concede las estrellas.
En segundo lugar, lo más cómodo y práctico es alojarse en el centro. Aunque es algo más caro, compensa por el ahorro de tiempo y dinero en desplazamientos. Porque en la mayoría de los hoteles alejados del centro, el servicio de transporte gratuito al centro se reduce a una furgoneta de 7-9 plazas, que hace un par de servicios al día. Con lo que muchas veces terminaremos teniendo que movernos por nuestra cuenta, ya que ni se puede reservar, ni aumentan el número de viajes porque haya más gente que quiera utilizar este servicio.
Otra cosa importante es tomarse con filosofía las deficiencias en el servicio y las habitaciones. Las hojas de reclamaciones no sirven para nada, y el recepcionista, que hasta ese momento hablaba un perfecto inglés y un correcto castellano, suele sufrir un repentino ataque de amnesia lingüística. Compartido por el resto del personal del hotel. Además, el director del hotel, en ese momento suele estar reunido y/o muy lejos, con lo que como lo que verdaderamente queremos es ver Roma y no perder el tiempo discutiendo con un mindundi, pues casi siempre se obvia el tema.
Por cierto, una de las formas de amenizar el vuelo de regreso a España es intercambiar anécdotas sobre los hoteles con el resto de los pasajeros. La que más gracia me hizo fue la de un matrimonio de Lugo, que contó que para abrir la puerta del armario, tenían que descolgar la puerta de la habitación, porque chocaba el pomo del armario con las molduras de la puerta.
Ya en serio, en Roma existen hoteles fabulosos de gran lujo. Pero si no queremos gastar la fortuna que cuestan esos establecimientos, deberemos estar preparados para incidencias varias. En la mayoría de los casos serán cosas menores, que además nos proporcionarán anécdotas que contar a los amigos.
Para comer
La gastronomía italiana es bien conocida y fácilmente aceptada por toda la familia, así que en principio parece una faceta controlada del viaje. Lo es si tenemos precaución y un poco de “vista”.
Como en todas las grandes ciudades, hay restaurantes de gran lujo y calidad, en los que sólo deberemos preocuparnos por el precio. Y este estará perfectamente indicado en la carta y no tendremos “sorpresas” adicionales.
Si nuestro presupuesto es modesto, también hay sitios de comida económica y sin pretensiones. Pero aquí, y en los de precio medio o menú, hay que tener cuidado de no pedir nada que no esté su precio perfectamente especificado. Porque si no, podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de que un botellín de agua con gas puede costar 8 euros, o que ese bollito de pan que hemos pedido para mojar la salsa, cuesta 4 euros.
También es importante el tema de la calidad. Si tenemos algún amigo italiano, invitarlo a comer es una buena idea. En muchos restaurantes tienen dos calidades, la “nacional” y “para turistas”.
En las cafeterías del centro, la dicotomía nacional-turistas es aún más acusada. Y suelen tener todo tipo de trucos para cazar al turista. El más común es que si te tomas un determinado tipo de café y/o no te sientas, cosa que sólo saben los autóctonos, te cobran 10 veces menos. Yo pagué 6 euros por un café, y delante de mí, dos policías pagaron 1 euro por el mismo café. La excusa del camarero cuando protesté es que yo me había sentado. Si multiplicamos por cada miembro de nuestra familia estas pequeñas “clavadas”, se puede desestabilizar cualquier presupuesto.
Moverse por Roma
Lo mejor, como hemos dicho antes, es alojarse en el centro. Pero aún así, hay bastantes cosas que ver que están a una considerable distancia entre ellas. El transporte público no está mal, con lo que se puede considerar una alternativa.
Los taxis son otra forma de desplazarnos. Aquí podemos apuntar una cosa muy interesante para familias de tres hijos. Y es que hay algunos taxis que son Fiat Multipla, que permiten 5 viajeros más el conductor. Para familias de más hijos, se pueden pedir taxis de más plazas. En la parte negativa, lo clásico en muchas grandes ciudades: que el camino más corto entre dos puntos no es entendido de la misma forma por todos los taxistas. Si disponemos de GPS, no es mala idea llevarlo para evitar excursiones no deseadas por parte de algunos taxistas.
Suelo recomendar hacer un recorrido en los buses turísticos en todas las grandes ciudades. Tanto porque es una forma de hacer una panorámica de la ciudad, como porque es una forma de moverse por los distintos puntos de interés de manera rápida y medio económica. En el caso de Roma, también lo recomiendo, pero si es temporada alta, la faceta de medio de transporte es menos recomendable, ya que al estar llenos a rebosar, subir y bajar frecuentemente se vuelve dificultoso.
Moverse en coche, ya sea particular o de alquiler, es otra opción. Aunque Roma tiene fama de tener un tráfico caótico y sus conductores son tachados de locos, no es tan fiero el león como lo pintan. Se puede conducir sin demasiados problemas, aunque teniendo en cuenta que es como conducir en Madrid, pero un poco más estresante. Además, como en todos los países, los extranjeros pagan las multas al contado. Y los policías no son nada indulgentes con los conductores de otros países.
Cómo llegar
En avión, desde muchas ciudades españolas puedes volar directamente a Roma y el aeropuerto para llegar es el de Fiumicino, hay multitud de compañias aereas que aterrizan en Roma y una de ellas es IBERIA. En coche donde además puedes realizar un circuito de diferentes ciudades MIlan, Florencia, Venecia. Otra de las opciones es en barco con la compañía GRIMALDI donde además de pasarte una jornada inovildable dentro del barco puedes embarcar tu coche
De utilidad
Moneda: Italia pertenece a la eurozona, así que se trabaja con el Euro.
Requisitos de entrada: Para los españoles, es necesario ir provisto del carnet de identidad (DNI) en regla. Recuerda que el carnet de conducir no es un documento de identidad.
Animales: Las mascotas pueden entrar en Italia acompañadas por su dueño o una persona responsable de ellos en un número no superior a cinco animales.
De acuerdo con la ley, cada animal debe llevar un Certificado Veterinario de la Comunidad Europea que incluya las vacunas aplicadas firmado por el veterinario.
Asistencia médica: Para recibir atención médica gratuita en Italia es necesario presentar la Tarjeta Sanitaria Europea o el módulo E111, que se expiden en los Centros de Salud.
Servicios postales: Los sellos (“francobolli”) se pueden comprar en estancos y oficinas de correos. Las oficinas de correos tienen horario comercial. Se puede obtener información postal en el teléfono 160 o en www.poste.it
Gracias. Consejos me serán útiles.