Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) inauguró el pasado 21 de abril la T-Mobilitat para el pago sin contacto. En Valencia, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) incrementó el servicio de buses en un 30 % desde hace casi un año. El Metro de Madrid ha puesto en marcha el sistema de apertura automática de puertas en todos los modelos de trenes en los que es posible (74% del total) para que no sea necesario tocarlas. Además, se desinfecta a diario estaciones y trenes utilizando productos que recomiendan las autoridades sanitarias. Estos son solo algunos ejemplos de las medidas que los operadores de transportes han ido tomando desde el inicio de la pandemia para garantizar la seguridad sanitaria en sus servicios.
“A pesar de que todas estas medidas han significado un aumento de costes de las operaciones de movilidad, las autoridades y los operadores han demostrado una gran capacidad de adaptación y, sobre todo, un gran sentido de responsabilidad y compromiso hacia su personal y las comunidades a las que prestan servicio”, afirma Dionisio González, Senior Adviser de Advancing Public Transport (UITP) y ponente en el próximo International Mobility Congress.
Estudios que demuestran que el transporte público es seguro
Cada vez se dispone de más estudios científicos y análisis empíricos que demuestran la bajísima tasa de contagio en los sistemas de transporte público en comparación con otros lugares públicos y privados.
En Alemania, el Robert Koch- Institut llevó a cabo un estudio cuyos resultados fueron publicados en el Epidemiological Bulletin 38/2020, en los que ponen de manifiesto que sólo el 0,2% de los brotes que se han trazado en Alemania estaban relacionados con el transporte público y que, además, afectaban a menos personas que los brotes detectados en otros entornos.
El análisis del organismo de seguridad ferroviaria del Reino Unido (RSSB) ha demostrado que el riesgo de contraer COVID-19 por viajar en tren es de 1 por cada 11.000 desplazamientos, equivalente a una probabilidad de menos del 0,01% inferior a la probabilidad de perder la vida en un accidente de tráfico. Con mascarilla, la probabilidad es de 1 por cada 20.000 desplazamientos, es decir el 0,005%.
Un ejercicio modelo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) estima que la posibilidad de contagiarse de COVID-19 en un trayecto de tres horas en autobús o metro bien ventilado y siguiendo las medidas sanitarias como evitar hablar, comer, beber o moverse a bordo es de sólo un 1%. En cambio, una clase de tres horas con una única persona hablando en un aula bien ventilada supone un riesgo del 16%, según este mismo modelo.
Sin embargo, según una encuesta realizada por la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), los que han dejado de utilizar el transporte público por miedo al contagio oscilan entre el 10% y el 15% del total de sus usuarios.
“Creemos que falta información creíble y transparencia para comunicar abiertamente, con datos de los estudios científicos que se han llevado a cabo, el escaso riesgo que comporta la utilización del transporte público”, afirma Joan Serra, director del International Mobility Congress.
La contaminación empeora los casos de COVID-19
La Organización Mundial de la Salud (OMS) está de acuerdo en que la contaminación atmosférica es, muy probablemente, un factor que contribuye al mayor impacto de la COVID-19 sobre la salud [4], ya que la mala calidad del aire inflama los pulmones y causa enfermedades respiratorias y cardíacas que hacen más vulnerables a las personas.
Por este motivo, la Asociación de Empresas Gestoras de los Transportes Urbanos Colectivos (ATUC) insta a recuperar su uso en las ciudades para reducir la contaminación del aire, la cual, en varias ciudades españolas, ha recuperado los niveles prepandemia.
“El transporte público está estrechamente interrelacionado con la mayoría de los desafíos a los que se enfrenta la humanidad como lo son el clima, la salud, inclusión social, seguridad vial, etc. La solución a muchos de estos problemas pasa por una apuesta por el transporte público como pilar vital para la recuperación ecológica, social y medioambiental tanto a corto como a largo plazo”, afirma el director del congreso.