Al este de París, dando la espalda a la catedral de Notre Dame, el monumento de los Inválidos y la Torre Eiffel, ha nacido un barrio en torno a un canal imaginado por Napoleón: el Canal Saint Martin.
Bajo el Antiguo Régimen, el abastecimiento de agua potable de la capital francesa era escaso. En 1802, el emperador francés decidió ponerle remedio canalizando el río Ourcq. Veinte años se tardó en construir los 4 kilómetros y medio, los dos puentes giratorios y las nueve pasarelas del Canal Saint-Martin, que dibuja una cicatriz en el perfil de la Ciudad de la Luz entre las plazas de la Bastille y Stalingrad. Hoy el Canal acoge cada día más turistas que buscan una atmósfera romántica, singular, que se transmite a través de las misteriosas bóvedas subterráneas y pasarelas románticas del circuito en color verde esmeralda, ya oxidadas por el paso del tiempo.
Comenzamos el recorrido en la grandiosa Place de la République y accedemos al Canal por la Rue de Faubourg du Temple . Proponemos al viajero un brunch estilo francés en el Café du Temple o en Le Phare du Canal, situados en el 14 y el 32, respectivamente, de esa misma calle. A los amantes del pato no podemos dejar de recomendarles el restaurante Le Marché des Oies, en el 33 de la Rue Bichat. Con una decoración vintage, este bistró de carácter auténtico y poco frecuentado por turistas garantiza calidad a buen precio –el confit de pato se puede degustar por 14 euros– siempre que se consiga una reserva en una de sus escasas mesas.
Bordeados de castaños y plátanos centenarios, los laterales del Canal se cierran los domingos al tráfico y se transforman en zonas peatonales. El caminante puede mimetizarse con el ambiente y alojarse en el Hotel du Canal, situado en el número 96 del Quai de Jemmapes, en la orila derecha del Canal. Es en esta ladera donde encontramos también las deliciosas pizzas del Cannaletto Café, en el número 88 , un café con personalidad, el Café Clochette, en el 16 de la Avenue Richerand, o una tienda de especias de ambiente embriagador como La Cantine du Quentin, en el 52 de la Rue Bichat.
Cruzamos a la otra orilla del Canal, el Quai Valmy, para visitar una tienda colorida donde encontrar ropa de carácter soñador o muebles antiguos. Nos referimos a Antoine & Lili, en el número 95 . Recomendamos asimismo hacer una pausa en un restaurante de cocina tradicional francesa, La Marine en el 55 , o en su defecto un sándwich rápido en Quai Gourmand, en el 79.
Sin embargo, lo que hace de este Canal un lugar único es su ambiente original. Artistas callejeros, grupos de jóvenes comiendo al aire libre, paseantes asomados inmóviles a las pasarelas observando el recorrido del agua… No es de extrañar que resultara retratado en la película Amélie, donde la protagonista se divertía tirando piedras al agua.
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Más de 200 tipos de queso en un solo puesto
Entre la Rue de Bichat y Alibert un pequeño mercado callejero florece los domingos. En él los pequeños comerciantes ofrecen productos de comida tradicional francesa que no se pueden encontrar en establecimientos habituales, desde vinos de pequeños productores, alimentos biológicos y una gran selección de panes hasta las más de 200 variedades de quesos que se colocan con mimo a lo largo del puesto de La Cremèrie du Marché.
Texto: Viajar El Periódico