A menos de una hora de Barcelona y Girona, Osona combina paisajes de postal, pueblos con encanto y una cultura que respira autenticidad. Esta comarca catalana es el destino perfecto para quienes buscan una escapada rural en otoño, cuando los bosques se tiñen de ocres, los mercados se llenan de setas y el aire fresco invita a caminar sin prisas.
Entre parajes impresionantes, Osona se revela como una de las comarcas más extensas y diversas de Cataluña.
Espacios naturales y miradores
Entre montañas suaves, valles verdes y pueblos de piedra, encontramos tres espacios naturales protegidos: el Parque Natural del Montseny, el Espacio Natural de las Guilleries-Savassona y el Parque del Castillo de Montesquiu.

Todos ellos ofrecen paisajes ideales para disfrutar del otoño, cuando el bosque se transforma en un mosaico de colores.
Los miradores de la comarca, como el de Bellmunt o el de Cabrera, son paradas obligadas para contemplar el horizonte que se abre desde los Pirineos hasta la llanura de Vic.
En esta época del año, la niebla matinal y la luz dorada convierten cada vista en una postal viva.
Senderismo y guías locales: una manera auténtica de conocer Osona
El senderismo es una de las mejores formas de explorar Osona en otoño. Rutas señalizadas atraviesan hayedos, ermitas solitarias y antiguos caminos de pastores. Destaca la vía ferrata de Les Baumes Corcades, en Centelles, o los vuelos en globo que permiten ver desde el aire la belleza del paisaje otoñal.
Además, los guías locales ofrecen itinerarios interpretativos que ayudan a descubrir la flora, la fauna y las historias del territorio. Con su conocimiento, cada paseo se convierte en una experiencia enriquecedora que conecta con la esencia del lugar.

Cada otoño, la comarca celebra el Festival de Senderismo de Osona, un evento que combina deporte, cultura y gastronomía. Durante varios días se organizan rutas guiadas, talleres y actividades para todas las edades, pensadas para disfrutar del paisaje de una forma respetuosa y cercana. Es una oportunidad única para caminar acompañado de guías expertos, descubrir rincones poco conocidos y degustar productos locales al final de cada etapa.
Rutas por la historia y la cultura catalana
Osona es también un destino de patrimonio. Su historia se remonta a la época íbera y romana, y cada pueblo guarda un pedazo del pasado. Los talleres en yacimientos arqueológicos o las visitas a colonias textiles permiten entender cómo la Revolución Industrial transformó la vida en la comarca.
El Museu d’Art Medieval (MEV) en Vic, la Casa Museu Verdaguer en Folgueroles o el Museu del Ter son paradas imprescindibles para quienes aman el arte y la historia.

El Monasterio de Sant Pere de Casserres, asomado sobre el río Ter, y la iglesia románica de Santa Maria de Lluçà, también monasterio, son joyas que condensan el espíritu del románico catalán.
Las leyendas de bandoleros, brujas y caminantes siguen vivas en los senderos, como los bandoleros de Osona Serrallonga y Rocaguinarda, dando un toque mágico a las noches otoñales junto al fuego.
Sabores con identidad
Sentarse a la mesa en Osona es conocerla de verdad. La gastronomía local se basa en productos de proximidad y en recetas que pasan de generación en generación. El fuet de Vic, los embutidos artesanales, los quesos de montaña y las cervezas locales son algunos de los protagonistas.

Los cocineros de Osona Cuina reinterpretan los sabores tradicionales con creatividad, y el proyecto Fet a Osona permite visitar productores locales para descubrir cómo se elabora el queso o los embutidos. En otoño, encontramos, entre otros, menús con setas, castañas y trufa negra, ingredientes estrella de la temporada.
Restaurantes de renombre ofrecen menús de proximidad donde el territorio se saborea en cada plato.
Fiestas, pueblos y vida rural
En otoño, las ferias gastronómicas y las fiestas populares llenan de vida los pueblos de Osona.
Las ferias de la castaña, las jornadas micológicas o los mercados de productos locales convierten cada fin de semana en una celebración del paisaje y sus frutos.

Vic, la capital comarcal, vibra con su mercado semanal y su patrimonio histórico.
En cambio, Sant Julià de Vilatorta y Viladrau sorprenden con su encarno modernista, al tiempo que Malla, Orís y Sora nos ofrecen la oportunidad de visitar masías centenarias.
Osona no es solo un destino: es una forma de respirar Cataluña.
