A primera vista, parece uno de esos lugares idílicos para disfrutar en pareja. Pero, más allá del ‘dolce far niente’ en sus maravillosas playas y calas de aguas cristalinas, Formentera es también un paraíso para las familias que quieran disfrutar de una relajada escapada o unas vacaciones de desconexión.
Paseos en bici o pequeñas caminatas a pie por una isla prácticamente llana, avistamiento de aves, actividades náuticas y descubriendo rincones ocultos de su costa e incluso parques con columpios y juegos para los más peques, convierten a Formentera en el lugar ideal para que padres e hijos compartan experiencias inolvidables.
La menor de las Pitusas, nombre con el que las bautizaron los griegos y que significa ‘islas cubiertas de pinos’, es el escenario perfecto para disfrutar de unas vacaciones o una escapada en familia. Con una superficie de apenas 83,2 km2 y una distancia máxima de casi 20 km de distancia entre La Savina –su única puerta de entrada, y además por vía marítima– y el Pilar de la Mola, la localidad más lejana, en el extremo este de la isla, la convierten en muy asequible y manejable. Una isla casi ‘de bolsillo’, pequeña en dimensiones pero grande, enorme, en experiencias. Hablamos de la cuarta en extensión y población del archipiélago balear después de Mallorca, Menorca e Ibiza.
Laboratorio de sostenibilidad
La aventura de descubrir y disfrutar de Formentera comienza en el mismo momento en el que las familias suben al ferry que les llevará a la isla. Normalmente desde Ibiza (aunque también haya uno que parte de la localidad alicantina de Denia, de abril a octubre), su hermana mayor y puerta aérea a las Pitiusas. El trayecto entre ambas apenas dura media hora; un plácido paseo por mar disfrutando de la suave brisa del Mediterráneo mientras, poco a poco, la pequeña Pitiusa se va agrandando a nuestros ojos en un fascinante travelling visual.
Y una vez desembarcados en La Savina… ¡a montar en bici! La propia, si la hemos llevado con nosotros, o una de alquiler. Las hay a cientos, y es que prácticamente han eclipsado a los vehículos. En especial cuando el pasado año entró en vigor una normativa que limitaba la entrada de vehículos a la isla en temporada alta –desde el 15 de junio al 15 de sepiembre– pudiendo circular un máximo de 12.450 coches y motos al día. Una medida pionera que pretende salvaguardar el medio ambiente y ha convertido a Formentera en un auténtico laboratorio de sostenibilidad ejemplo para otros destinos, demostrando que es posible encontrar el equilibrio perfecto entre el cuidado medioambiental y el bienestar, tanto de residentes como de visitantes.
Sobre ruedas
Las bicicletas no son solo para el verano. Cualquier momento es bueno para ir en bici, el ‘juguete’ preferido de la mayoría de nuestros hijos; ese que siempre suele figurar en los primeros puestos de la lista de las peticiones a los Magos de Oriente. Pero para disfrutar de ellas en cualquier época del año hace falta un lugar que, por su climatología y su orografía, permita dan rienda suelta al pedaleo admirando la naturaleza en su estado más puro.
El hecho de ser prácticamente llana hace a Formentera aún más asequible. Apenas cuenta con dos elevaciones rodeadas ambas de acantilados: el Cap de Babaria, al suroeste, y la meseta de la Mola, al este. Allí precisamente se encuentra el punto más elevado de la isla, Sa Talaiassa, con tan solo 192 metros de altitud sobre el nivel del mar. De ahí que ni siquiera ir hasta allí en bicicleta suponga un esfuerzo excesivo para nuestros hijos más pequeños.
Una joya de playa
Uno de los primeros lugares de obligada visita es Ses Illetes, la joya de la corona playera de Formentera. No en vano figura a menudo en el top ten de las mejores playas del mundo, y el pasado año fue elegida la cuarta mejor de Europa por el prestigioso Tripadvisor Traveller’s Choice. Esta playa está situada al norte de la isla, dentro del Parque Natural de Ses Salines de Ibiza y Formentera, espacio protegido desde 2001. Son más de 450 metros de playa que se dividen en dos, por una pequeña zona rocosa que se halla en medio. Y su nombre deviene de los varios islotes que se despliegan frente a esta costa.
Sus aguas tranquilas, poco profundas y cristalinas, son ideales para que los padres puedan disfrutar de relajadas jornadas playeras mientras sus hijos más pequeños entran y salen del mar sin ningún peligro. Ses Illetes enlaza con la playa de Llevant y, siguiendo más al norte de esta estrecha lengua de arena, se llega a su extremo septentrional, desde el que contemplar la isla de Espalmador (a la que se puede llegar solo por mar, nunca a pie), a muy poca distancia –100 metros– de Formentera.
Al margen de Ses Illetes las mejores playas son Cavall d’en Borraàs, al norte; Cala Saona, una bahía natural protegida por acantilados bajos, al oeste; Ses Canyes, en Es Pujols, y Ses Platgetes, en Es Caló, al norte; y Es Arenals, al sur en la zona playera de Migjorn, la más larga de la isla. Además, esta última y la de Es Pujols son playas adaptadas para personas con movilidad reducida.
Un poco más al sur de Ses Salines se abre la mayor de las dos lagunas de Formentera, el Estany Pudent, otra área natural protegida, de 5,6 kms. Recorrer a pie el camino de Es Brolls permite otra actividad que encantará a las familias con hijos: observar de cerca diferentes especies de aves –entre ellas los llamativos y estilizados flamencos– que allí se citan anualmente. El camino desde Es Brolls, de una gran riqueza biológica y singularidad paisajística, confieren a este espacio un gran potencial ecoturista y es ideal para el avistamiento de aves. Por ello en 2020 se creó un punto de observación, así como una señalización específica de una Ruta Birding.
Rutas verdes
De nuevo sobre la bici, Formentera cuenta con 32 circuitos polivalentes. Estas Rutas Verdes, estrenadas en 2015, son caminos entrelazados que suman más de un centenar de kilómetros, la mayoría accesibles pedaleando. Cuatro son los trayectos ideales para hacerlos en familia. La Ruta 1, Camino de sa Guia hasta es Trucacords, tiene una distancia de 3,4 kms que pueden hacerse en 15 minutos (bicicleta) o 50 (a pie). Es la ruta que conduce hacia el extremo norte de la isla y permite admirar un paisaje de sabinas y una vegetación dunar, junto a aguas turquesa. La Ruta 2, Camino des Brolls, consta de 4,5 kilómetros y tiempos estimados de 25 minutos (en bici) o de 70 minutos (a pie). Es la ruta que rodea el Estany Pudent.
La ruta 8 lleva hasta el Cabo de Barbaria partiendo de Sant Francesc. Si vamos en bicicleta o a pie, llegaremos directamente hasta el faro. Si lo hacemos en coche o moto, caminaremos desde el parking 6,5 kilómetros por una carretera estrecha que convierte este recorrido en un paseo ideal. Este lugar es el ideal para ver las mejores puestas de sol de la isla, concentrando a decenas de visitantes cada atardecer. Y tiene un ritual que encantará a los hijos: acceder por un agujero a una cueva subterránea, con sobrecogedoras vistas al mar.
Y, finalmente, podemos destacar la Ruta 25, o Camino de sa Pujada. Es la más difícil y no es apta para hacerla en bici, pero vale mucho la pena. Son 4 kilometros para superar un desnivel de 161 metros, partiendo de Es Calo, por el camino que históricamente se utilizaba para subir a la Mola cuando no existía la actual carretera. Tiene el aliciente de admirar las mejores vistas panorámicas de la isla, del Racó de Sa Pujada y el Pou des Verro.
Una vez llagados al altiplano de La Mola, hemos de visitar el pueblo más al este de la isla, el Pilar de La mola. Un pueblo pintoresco que destila un aire hippy, el de su famoso mercadillo artesanal, que se celebra de mayo a octubre todas las tardes de los miércoles y los domingos. Un lugar ideal para adquirir regalos familiares, desde bisutería y joyas a alpargatas, vestidos, piezas de cerámica o cristal, cuero, pinturas… y alguna que otra caricatura.
La carretera conduce al otro más famoso faro de la isla, con espectaculares vistas sobre los acantilados, desde los que ver los mejores amaneceres. Este faro es un espacio cultural y educativo abierto todos los días, excepto los lunes. Es también muy especial para los niños, pues aquí el escritor francés Julio Verne, mito de la literatura de aventuras, ambientó una de sus novelas, Héctor Servadac, como certifica un monolito.
Cultura y actividades
Los más pequeños de la casa también podrán disfrutar de lugares de recreo como los parques con columpios y juegos que encontrarán en La Savina, Es Pujols (la mayor zona hotelera de la isla) o Sant Francesc, la capital de la isla, sede del Consell Insular (ayuntamiento) y más importante de los municipios. Con un precioso conjunto histórico que arropa la plaza de la iglesia, un edificio de estructura curiosa pues fue planteado como fortaleza defensiva además de como templo religioso para protegerse de la piratería. También es digna de visitar la capilla de sa Tanca Vella, del siglo XIII. Y a las afueras, un par de molinos en sa Miranda: Molí d’en Mateu y el Molí d’en Jeroni. Aunque el mejor conservado de los seis que aun quedan en la isla es el Molí Vell, en La Mola, cuyo interior restaurado puede visitarse todo el año.
Las actividades terrestres en Formentera no se ciñen solo a las rutas en bicicleta o a pie, sino también a algo que encantará a las familias con hijos: los paseos a caballo.
Pero Formentera, como isla que es, tiene en el mar multitud de otras actividades para que padres e hijos disfruten de sus 69 kilómetros de litoral. Un fantástico paisaje natural que, visto desde el mar, adquiere una nueva dimensión. Hay cursos de iniciación al kayak, vela, windsurf, paddle surf además de bautismos y cursos de buceo y snorkel para los pequeños. Y practicando el submarinismo se puede descubrir uno de los tesoros ocultos naturales de Formentera: la mayor pradera de Posidonia Oceánica del Mediterráneo, con una superficie de 700 km2, declarada Bien Natural por la UNESCO en 1999. En la zona más septentrional de la isla se halla el mayor ejemplar de posidonia, con 9 kms de longitud y 100.000 años de antigüedad. El hecho de estar en peligro de extinción hizo que Formentera lanzara un proyecto solidario de micromecenzaco, el Save Posidonia Proyect, que consiste en apadrinar metros cuadrados de esta planta, a partir de 1 euro el metro cuadrado.
Gastronomía tradicional
Después de tanta actividad, terrestre y marítima, no viene mal un respiro para sentarse a la mesa y degustar la sabrosa cocina de Formentera inspirada en el Slow Food, gastronomía tradicional con productos autóctonos, vino de la tierra…¡y mucho sabor! Una cocina pensada para ser degustada con tranquilidad con platos como la Ensalada payesa (con peix sec), el Frito de pulpo, el Sofrito payés (con carne y patatas), el Bullit de Peix (guiso de pescado con patatas) o los Calamares a la bruta (fritos en su tinta). Naturaleza, actividades al aire libre, playas, molinos, gastronomía… un sinfín de experiencias para disfrutar en familia, todas ellas muy próximas unas de las otras, en apenas 83,2 km2 de superficie, un suspiro.