El Barranco Perdido es un interesantísimo parque paleontológico situado en La Rioja, en una zona de extraordinaria belleza natural. Además, han incorporado diversas actividades de Multiaventura e incluso, en temporada veraniega, unas piscinas donde refrescarse.
Me gustaría empezar este reportaje destacando una cosa del parque. Nosotros fuimos en este Puente de Mayo, que el parque llevaba abierto esta temporada poco tiempo, por lo que sería normal que las cosas no estuviera perfectamente acopladas o el personal tuviera despistes.
Nada más lejos de la realidad. El personal estaba súper preparado y profesional, atento y con ganas de ayudar y explicar las cosas a los visitantes. Ver cómo no se desesperaban al tener que explicarle cómo ponerse un arnés una y otra vez a un señor que no se enteraba, es algo que había que resaltar.

El personal, tanto en el tema de los dinosaurios como en el tema de la multiaventura, se desvivía por hacer bien su cometido.
Conscientes de que en la Multiaventura no puede haber errores que cuesten un accidentes, y que en el tema de los dinosaurios, explicar bien las cosas y hacerlas amenas para los niños, es lo que hace realmente fructífera una visita.
Parque paleontológico
Es posible que todos recordemos la serie Friends en general, y en particular a Ross Geller, el paleontólogo apasionado de los dinosaurios. El Barranco perdido hubiera sido un paraíso para Ross, como lo es para todos los aficionados al mundo de los dinosaurios.

El Barranco Perdido es un destino que combina educación y entretenimiento para familias interesadas en la prehistoria, y su Parque Paleontológico es el eje de esta experiencia.
Está diseñado para llevar a los visitantes al Cretácico Inferior, hace 120 millones de años, cuando dinosaurios como terópodos, iguanodontes y saurópodos dominaban la región.
El museo interactivo es el punto de partida. Aquí, los niños pueden tocar réplicas de icnitas y aprender cómo se formaron estas huellas fósiles, mientras paneles informativos y audiovisuales explican cómo era el entorno de aquella época. Todo adaptado a su edad, para que entiendan sin perder el interés. Además, hay maquetas a escala de dinosaurios que impresionan: desde un terópodo veloz hasta un saurópodo gigantesco, que ayudan a imaginar el tamaño real de estas criaturas prehistóricas.
El Laboratorio del Tiempo es una de las actividades que más gusta. En este taller, los niños se meten en el papel de paleontólogos, excavando en una zona preparada para sacar fósiles y buscar huellas simuladas.

Es práctico y educativo a partes iguales: mientras excavan, descubren cómo se fosilizan las huellas y qué dinosaurios las dejaron, desde carnívoros ágiles hasta herbívoros colosales.
Los monitores están siempre atentos, guiando a los pequeños en cada paso y respondiendo a sus preguntas, lo que hace que la experiencia sea accesible incluso para los más pequeños que empiezan a interesarse por la ciencia.
El parque paleontológico también ofrece talleres que complementan la visita. En estas sesiones, los niños aprenden a identificar las especies que dejaron huellas en la región, usando moldes y guías ilustradas para distinguir las características de cada dinosaurio.
Por ejemplo, pueden comparar las garras afiladas de un terópodo con las pezuñas anchas de un iguanodonte, entendiendo cómo se movían y vivían estas criaturas. Es una forma sencilla de enseñarles conceptos científicos mientras se divierten con las manos en la masa.
Otra actividad que merece la pena es la proyección de documentales cortos en una sala del museo. Estas proyecciones, con imágenes realistas y narraciones pensadas para niños, muestran cómo era el paisaje de La Rioja hace millones de años, con ríos, lagos y dinosaurios interactuando en su hábitat natural. Es una manera visual de cerrar la visita, dejando a los niños con una idea clara de cómo era el mundo en el Cretácico.
Este plan está bien estructurado para familias que buscan algo más que un día fuera: una experiencia educativa que permite a los niños aprender sobre la prehistoria de una forma práctica, mientras se sumergen en un capítulo clave de la historia de la Tierra.
Multiaventura en el Barranco Perdido
El Barranco Perdido es un acierto total para familias que quieren un día diferente y lleno de movimiento. Además de las icnitas de dinosaurios, el parque tiene la Colina Encantada, su zona de multiaventura, donde padres e hijos pueden darlo todo juntos.

Es un circuito al aire libre que no para: pasarelas que te hacen mantener el equilibrio a cada paso, redes para trepar como si fueras un mono y obstáculos de madera que te obligan a estar bien despierto. Y todo eso con el valle del Cidacos de fondo.
Antes de poder pasar a las actividades propiamente dichas, hay que pasar por un “training”, en un pequeño puente que está casi a ras de suelo, para poder aprender a cómo hacer las cosas en puentes de verdad. Ahí es donde cada visitante aprende a hacer las cosas necesarias para realizar las actividades con total seguridad.
Ya que hablamos de seguridad, es importante reseñar que en El Barranco Perdido es un tema que se toman muy en serio. Todas las actividades tienen requerimientos de altura y/o peso, incluso algunas, las varían en función de la dirección y/o fuerza del viento.
Los Puentes Tibetanos son lo mejor. Hay que cruzarlos mientras se tambalean a unos metros del suelo. Si os va la velocidad, la Supertirolina de 200 metros es increíble. Sin olvidarnos del Gran Tobogán, que para mí, es de lo más divertido del parque.
Si prefieres algo más tranquilo, el tiro con arco mola mucho: los niños se concentran en dar a la diana y se sienten como arqueros de película, mientras tú puedes relajarte un poco viéndolos. Aunque también hay un arco para los adultos. Es divertido, aunque ya adelanto que dar en la diana no es fácil, aunque con un poco de práctica podremos conseguir unos resultados medio decentes.
Una de las grandes estrellas del Parque es “El Gran Tobobán” o “El Cuello del Braquiosaurio”, un tobogán en la Colina de más de 100 metros de longitud y una altura de más de 20 metros, toda un experiencia de adrenalina y emoción. Te deslizas dentro de un tubo de acero (de ahí el nombre de El Cuello del Braquiosaurio), sobre una manta, a gran velocidad.

Para los más peques, desde 1,20 m de altura, hay un circuito especial con su propio puente tibetano, más pequeño pero igual de chulo, y un rocódromo que les reta sin complicaciones.
Los que midan menos de 1,55 m tienen que ir con un adulto en el circuito grande, algo que te deja tranquilo para que todos se lo pasen genial sin riesgos.
En El Barranco Perdido, la multiaventura es un planazo para familias que quieren acción, risas y un día que se queda en la memoria sin esfuerzo.
En definitiva, El Barranco Perdido cuenta con todo tipo de actividades adaptadas a las distintas características físicas y/o edades de los visitante. Esto hace que la visita al parque sea divertida para toda la familia.
En definitiva, El Barranco Perdido es una actividad fantástica para hacer en Familia en La Rioja. Si La Rioja, ya de por sí, es estupenda para visitarla en Familia, El Barranco Perdido es una de esas cosas cosas que hay que apuntar en nuestra agenda cuando visitemos La Rioja.

Una joya de iglesia
El Parque está justo a la entrada de Enciso, que es un pequeño pueblo. Si vamos en domingo y hay misa, hay que ver la iglesia.
Es una auténtica joya. El problema es que sólo abre cuando hay oficios religiosos. Pero si nuestra visita coincide, no hay que dudar en ir a visitarla.
Parking gratuito
En estos tiempos en el que en los Parques te cobran por todo, encontrar uno en el que el parking es gratuito, es algo que hay que destacar. Justo en la entrada hay sitio donde dejar el coche tranquilamente sin necesidad de abonar nada.

Zona con piscinas
Cuando llega el buen tiempo, El Barranco Perdido abre una zona con piscinas y sitio donde relajarse al sol. Como nosotros hemos ido en el Puente de Mayo, aún no están abiertas. Pero tienen una pinta estupenda y debe de ser muy relajante disfrutar al sol, después de haber disfrutado del parque.
Rutas de senderismo
Hay varias rutas de senderismo que se pueden hacer desde Enciso. Si nos quedamos varios días, es una buena idea hacer algunas de ellas. Las hay de todos los niveles y dificultades.
Muchas de las familias que habáis idos al parque, además estaban planeando hacer rutas y ver el entorno y las huellas de los dinosaurios.
Cómo llegar
El Barranco Perdido está situado en La Rioja, en Enciso, a 72 Kms. De Logroño y 56 de Soria. La carretera desde estas dos ciudades es buena, de doble sentido. Quizás un poco más estrecha los últimos ocho kilómetros desde Soria, pero se hacen bien, no estamos hablando en ningún caso de carreteras malas o peligrosas. Algo de montaña, pero sin grandes desniveles.
Tras las huellas del dinosaurio
El Barranco Perdido es un parque paleontológico. Y el motivo de que esté allí es que La Rioja es una zona donde se han encontrado huellas de dinosaurios. Las huellas de los dinosaurios se llaman “Icnitas”.

Una icnita es una huella fósil de dinosaurio o animal prehistórico, preservada en roca sedimentaria. Se forma cuando una pisada queda impresa en barro o sedimentos blandos que luego se endurecen y fosilizan con el tiempo, dejando un registro de la actividad del animal.
Aquí las icnitas, como las de terópodos e iguanodontes, revelan el tamaño, movimiento y comportamiento de los dinosaurios del Cretácico Inferior, hace 120 millones de años.
El Parque es el epicentro para descubrir icnitas de dinosaurios del Cretácico Inferior. Situado al cruzar el puente de Santa Bárbara sobre el río Cidacos, este parque está rodeado de seis yacimientos que exhiben huellas fósiles únicas, testigos de la vida prehistórica hace 120 millones de años.
A solo 1 km, Virgen del Campo impresiona con 130 huellas de terópodos y ornitópodos, reflejando la diversidad de dinosaurios. Se llega andando desde la puerta, hay que subir una pequeña cuesta, pero no es muy difícil.

En este yacimiento es donde se encontraron las huellas de los dinosaurios que salen en unos de los vídeos que hay en el centro de interpretación, los que se pelean porque uno de ellos no quiere ser la “merienda” del otro.
A los yacimientos que decimos a continuación, lo mejor es ir en coche. Es verdad que hay mucha gente que viene y hace la ruta de senderismo y va andando a ver los yacimientos.
Valdecevillo, a 2 km, revela rastros de terópodos e iguanodontes, con huellas que narran su paso. A 5 km hacia Cornago, Icnitas 3 exhibe 21 huellas terópodas, y El Villar de Poyales, al lado, suma 84 huellas, destacando la icnita Theroplantigrada encisensis.
Más lejos, Navalsaz (8 km) deslumbra con 138 huellas de Iguanodon, algunas tan grandes que podrías sentarte en ellas, y La Cuesta de Andorra (8-9 km) aporta 21 huellas ornitópodas de gran tamaño.
Estos yacimientos convierten la zona en un paraíso paleontológico.
Gastronomía en el barranco
Hay un axioma cuando se visita un parque, algo a lo que hay que hacerse a la idea: “Vas a comer mal y caro”.
Pues bien, a partir de ahora, ya no podré decir que eso es una norma universal. En El Barranco Perdido se puede comer muy bien y a unos precios muy buenos para la gran calidad que tienen.

La verdad es que con el gasto de energía que podemos tener en las actividades, poder reponer fuerzas con un buen almuerzo, es algo muy de agradecer.
Hay menús infantiles y menús de adultos, ambos con la calidad que decimos anteriormente. Nutritivos, bien elaborados y con variedad para poder elegir a nuestro gusto.
El Plato Especial y el Plato Vegetariano no llevan incluido el postre. Pero por sólo 3 euros, merece la pena, porque son “caseros” y están muy buenos.