Madrid tiene la habilidad de convertir cada temporada teatral en una pequeña expedición cultural. Entre los grandes musicales que llenan sus escenarios, uno destaca por la mezcla de nostalgia literaria, emoción escénica y potencia visual: Oliver Twist, el Musical.
La obra, inspirada en la célebre novela de Dickens, aterriza en Madrid con una producción que recupera la esencia del Londres victoriano y la adapta al gusto contemporáneo del público viajero que busca algo más que entretenimiento.
Lo primero que sorprende al visitante es la atmósfera. Desde que el espectador entra en el teatro, el montaje se encarga de preparar el terreno: colores apagados, un diseño escenográfico que sugiere callejones húmedos, hospicios sombríos y plazas animadas, y una iluminación que guía la vista como si cada foco fuera un farol del siglo XIX. Esta ambientación convierte la función en un viaje sensorial.
La historia sigue al pequeño Oliver, un huérfano que cruza un mundo hostil en busca de un lugar al que pertenecer. Aunque el argumento es universalmente conocido, el musical consigue que cada escena se sienta nueva gracias a una mezcla equilibrada de dramatismo, humor y emoción.

Las coreografías, interpretadas por un amplio reparto de niños y adultos, aportan un dinamismo que mantiene al público inmerso sin caer en excesos ni artificios. La música —original y variada— juega un papel decisivo: acompaña, sostiene y eleva los momentos clave sin robar protagonismo a los personajes.
El elenco infantil merece una mención aparte. Su energía y naturalidad aportan frescura a la historia y contagian al público una mezcla de ternura y admiración. Las interpretaciones adultas, más contenidas y sólidas, crean un contraste que realza la travesía de Oliver como símbolo de resiliencia y esperanza. Esta combinación, trabajada con precisión, consigue que el musical funcione tanto para familias como para viajeros solitarios o parejas que buscan un plan con alma.
La duración de la obra permite disfrutarla sin prisa, como quien hace una excursión corta dentro del propio viaje. Al finalizar, muchos espectadores salen comentando escenas concretas, canciones o gestos de los actores, señal de que el montaje cala sin necesidad de grandilocuencias. Es uno de esos espectáculos que dejan poso y que se recuerdan no solo por su factura técnica, sino por lo que despiertan.
No es un espectáculo solo para amantes de Dickens ni para niños; es una ventana a una historia atemporal contada desde la sensibilidad que sabe cómo conmover al público de hoy.
Localización
Teatro La Latina
Pl. de la Cebada, 2, – 28005 Madrid
913 65 28 35
Metro: Línea 5 estación de La Latina y Línea 1 estación Tirso de Molina.
Bus: 6, 18, 17, 51, 50.
BiciMad: Plaza de la Cebada, Plaza de los Carros.
Aparcamiento: La Latina y Plaza Mayor.
https://maps.app.goo.gl/nwyG8DJ2uhJkceZU8
