Cuando se le dice a los amigos que uno va a viajar a Bélgica, lo primero que piensan es que vas a ver Bruselas y otras ciudades, porque en el imaginario español, Bélgica es un país eminentemente “urbano”. Aunque esto sea cierto en gran medida, Valonia es un paraíso natural, con paisajes de infarto y con unos bosques maravillosos.
Para quienes venimos del sur, llegar a Valonia trae consigo una sorpresa que rápidamente se convierte en envidia. En pleno mes de julio, como en nuestro viaje, el paisaje valón es de un verdor tan intenso que parece sacado de una postal.

Los ríos y arroyos corren llenos de vida, y las familias se lanzan al agua para disfrutar de una variedad de actividades acuáticas que parecen ser parte de la rutina local. Esta abundancia de naturaleza y frescura sería capaz de despertar la envidia incluso en el viajero más sereno.
Valonia es una de las tres regiones que conforman Bélgica, junto con Flandes y la región de Bruselas. A diferencia de la capital, que es un distrito especial y una especie de mezcla cultural entre ambas zonas, Valonia ocupa el sur de Bélgica y tiene al francés como lengua predominante, dotándola de una personalidad propia dentro del país.
Durante nuestra estancia, nos alojamos en Dinant, un pequeño y encantador pueblo que resultó ser el punto de partida ideal para explorar Valonia. Desde allí organizamos diversas excursiones y visitas, disfrutando de cada rincón del entorno natural que lo rodea.

Para quienes venimos de tierras más secas, recorrer sus carreteras y caminos, convertidos en “túneles verdes” bajo la sombra de árboles altos y frondosos, es un placer en sí mismo. Este ambiente tan distinto, lleno de vida y frescura, convierte cada paseo en un descubrimiento constante, en el que el verde lo cubre todo y hace que uno sienta que el verano nunca había sido tan generoso.
Así, Valonia nos regaló una experiencia donde la naturaleza, la paz y la sensación de aventura se entrelazan, despertando en nosotros el deseo de quedarnos un poco más, de sumergirnos en cada rincón y descubrir todos los secretos que guarda este paraíso del sur belga.
Empezamos nuestro viaje
Para explorar y disfrutar plenamente de Valonia, la mejor opción es alquilar un coche. Aunque el transporte público en Bélgica es excelente, la calidad de las carreteras y el tráfico fluido hacen que desplazarse en coche sea una alternativa muy cómoda. Además, los conductores en Valonia se caracterizan por su prudencia y amabilidad, lo que contribuye a una experiencia de conducción muy relajada y segura.

A diferencia de las distancias a las que estamos acostumbrados en España, en Valonia moverse de un punto a otro resulta mucho más sencillo. En apenas una hora y media, se puede cruzar prácticamente toda la región, lo que nos permite recorrerla de punta a punta sin apenas esfuerzo. La excelente red de carreteras secundarias conecta los pueblos de manera eficiente, lo que convierte cada trayecto en una experiencia placentera y tranquila, ideal para descubrir los encantos de los pequeños pueblos que salpican el paisaje.
Para quienes opten por esta modalidad de viaje, lo más práctico es volar hasta Bruselas y alquilar un coche directamente en el aeropuerto. Las principales compañías de alquiler, junto con algunas marcas locales, están disponibles en una zona de fácil acceso, muy próxima a la terminal de llegadas.
Al recoger el coche en el aeropuerto, es importante saber que dentro del aparcamiento los sistemas GPS suelen tener poca cobertura. Para iniciar la ruta, lo ideal es salir del parking antes de encender el navegador, así el dispositivo puede captar la señal sin problemas. Puede parecer un detalle menor, pero evitará a más de uno unos cuantos minutos de espera o de “emoción” innecesaria si depende del GPS para ubicarse.
Otra recomendación clave es recordar que el coche debe devolverse con el depósito lleno. Si el vehículo se devuelve vacío, el recargo es del 30% sobre el precio del combustible, pero si lo devolvemos medio lleno, la tarifa por litro se dispara hasta un 200%. Por tanto, aunque pueda parecer un ahorro inicial, devolverlo a medio llenar puede salir considerablemente más caro que entregarlo completamente vacío.
Estos pequeños detalles contribuyen a que el alquiler de coche en Valonia sea una experiencia agradable y sin sorpresas. Así, podremos centrarnos en disfrutar del viaje y explorar esta encantadora región belga a nuestro ritmo, aprovechando cada momento del recorrido.

Las Grottes de Han
Las Grutas de Han son, sin duda, una parada imprescindible para quienes buscan una combinación de aventura, naturaleza y cultura, y una experiencia inolvidable para compartir en familia.
Hay que adentrarse en los fascinantes misterios de las famosas Grutas de Han, conocidas mundialmente como «Grottes de Han». Esta maravilla natural se encuentra en el corazón de Valonia y ofrece una experiencia única, ideal para una visita en familia.
La aventura comienza con un pintoresco viaje en tranvía que parte del centro del pueblo y conduce a la entrada de la cueva, rodeada de frondosos paisajes que preparan a los visitantes para el mundo subterráneo que les espera.
Una vez dentro, guías experimentados acompañan a los visitantes en un recorrido de aproximadamente tres kilómetros a través de impresionantes galerías y salas naturales. Durante el trayecto, se pueden admirar formaciones de gran belleza, como la majestuosa «Trophée», una colosal estalagmita que se alza hasta los siete metros y posee una circunferencia de 20 metros, haciendo honor a su nombre con su imponente presencia. Otra parada destacada es la sala de las «Misteriosas», donde la variedad de colores en las formaciones y las paredes rocosas crean un espectáculo visual fascinante y cautivador.
A mitad de camino, el recorrido ofrece un espectáculo de luz y sonido que transforma la Sala de Armas en un escenario mágico, resaltando la acústica única de este gran espacio subterráneo. Esta experiencia sensorial consigue transportar a los visitantes a otro mundo, donde la combinación de luces y sonido parece dar vida a las piedras que los rodean.

Para concluir la visita, un paseo en barco permite a los visitantes descubrir los secretos de «La Lesse» subterránea, un río escondido que ha esculpido las grutas a lo largo de siglos. Uno de los momentos más emocionantes llega al final del recorrido, cuando el tradicional disparo de un cañón retumba en la galería, demostrando la impresionante resonancia que el río y las paredes de la cueva son capaces de generar.
Gastronomía
Cuando uno menciona que planea un viaje a Bélgica, suele recibir comentarios sobre mejillones, chocolate y gofres. Y aunque estos tres clásicos son una delicia imprescindible, limitarnos a ellos sería perderse toda la riqueza y variedad que caracteriza la gastronomía valona, que va mucho más allá y tiene un carácter propio.
Valonia comparte cierta influencia francesa, tanto en el idioma como en algunos sabores. Sin embargo, esta región aporta a la mesa sus propias especialidades y sabores inconfundibles que la diferencian. Un ejemplo claro es la cerveza: mientras Francia es tierra de vinos, Valonia es un auténtico paraíso para los amantes de la cerveza. Con una variedad que rivaliza (y, según algunos, incluso supera) la fama de la cerveza alemana, las cervezas belgas, especialmente las valonas, ofrecen sabores intensos y únicos. Disfrutar una cerveza en Valonia, con su combinación de tradición y matices, es una experiencia en sí misma.
Para las familias y en especial los niños, comer en Valonia resulta fácil y divertido. Los platos suelen servirse con generosas raciones de patatas fritas, tan sabrosas y crujientes que se convierten en la guarnición ideal y del agrado de los más pequeños. Además, es común encontrar freidurías y locales de comida rápida de alta calidad, donde tanto niños como adultos disfrutarán de sabores que se salen de lo común.

Para quienes deseen profundizar en la gastronomía valona, la mejor opción es visitar restaurantes tradicionales que ofrecen platos típicos. Así se puede descubrir el verdadero carácter culinario de esta región, con especialidades que resaltan productos frescos y sabores intensos, y que son difíciles de encontrar fuera de esta zona. Valonia combina su herencia gastronómica con una creatividad propia que le otorga una identidad genuina, ideal para quienes buscan algo más que los sabores clásicos belgas y desean sumergirse en una experiencia auténtica.
En definitiva Valonia es de esos sitios a los que tengo que volver. Soy de los primeros en la redacción en escoger los viajes que sirven para hacer los reportajes. Si se vuelve a presentar la ocasión de viajar a Valonia, no tengo la menor duda de que haré todo lo posible para ser yo el que haga el viaje. Cultura, naturaleza, gastronomía, actividades, etc… todo eso y mucho más nos encontraremos cuando viajemos con nuestros hijos a Valonia.
Página web
La Oficina de Turismo de Valonia ofrece la mejor y más completa información acerca de la región.
Visitar su página web es una muy buena idea si estamos pensando viajar a Valonia.
Las Ardenas
Los que ya tenemos cierta edad, recordamos la famosa película “La Batalla de las Ardenas”. Pues bien, las Ardenas está en Valonia principalmente. Si recordamos la película, sabremos que allí hace bastante frío, así que en función de la época de año en la que vayamos, tendremos que abrigarnos con más fuerza.
Alojamientos
Valonia es un lugar con todo tipo de alojamientos y que busquemos lo que busquemos, lo podremos encontrar. Tiene una buena selección de alojamientos rurales para familias y también hoteles en las ciudades. Sólo tenemos que ver nuestro presupuesto y buscar lo que mejor se ajuste a nuestras preferencias y dinero.
Luxemburgo
Aunque no sea rural, y no sea Valonia, ya que viajamos allí, es buena idea reservar algo de tiempo para ir a Luxemburgo, aunque sea para una excursión de un día. Nosotros no lo hicimos, y estamos arrepentidos, porque Luxemburgo es caro para alojarse, y si ya estábamos cerca, pues fue un error no ir.