Este famoso refrán era una de las cosas que más recuerdo de mi abuela, que era una gran aficionada a los productos del cerdo en general, y del Jamón en particular. Era capaz de dejar el hueso del jamón absolutamente limpio, como si jamás hubiera habido ahí nada más que hueso. Y por último, usaba el hueso para caldo.
He viajado por medio mundo, como está registrado en números anteriores de esta revista, y he probado los más variopintos tipo de jamón que uno se pueda imaginar. El jamón de Parma, el de Virginia, algo que no entiendo cómo llaman “Jamón” sin que les caiga un rayo encima en justa cólera divina. Y puedo asegurar que hasta que los buenos jamones de España son los mejores que he visto.
Siguiendo la estela del Enoturismo y visitas a viñedos y bodegas, ha surgido un nuevo tipo de Gastroturismo, que el del Turismo del Jamón, con visitas y degustaciones de su productos, en los mejores secaderos de jamón.
“Con Queso, Pan y Vino, bien vive todo vecino”, nada mejor que otra muestra de la sabiduría popular para terminar esta introducción al Turismo del Jamón.