Hay viajes que uno recuerda toda la vida, y estoy convencido de que el que realizamos a Tierra Santa será uno de ellos. Y no sólo por los lugares bíblicos, también por otros enclaves que nunca se nos olvidarán. Puede haber quien opine que el desierto del Neguev es algo menor si lo comparamos con Jerusalén y los otros sitios bíblicos. Pero es que TODO es menor para un cristiano si lo comparamos con Jerusalén.
En esta época donde el capitalismo y el neoliberalismo económico es lo que manda, estemos o no de acuerdo con sus bondades o maldades, poder ver de cerca un ejemplo vivo del socialismo cooperativista como es un Kibutz, o ver y convivir con los beduinos del desierto, son experiencias únicas. Porque el turismo de masas aún no ha llegado allí, y lo que veamos será absolutamente real y verdadero, no será el típico “decorado de cine” de otros sitios. Además de todo lo anterior, el desierto del Neguev es muy rico en yacimientos arqueológicos y en maravillas naturales y geológicas, propias de un desierto. Contando con la ventaja añadida de que está todo en un país que no es demasiado extenso, con lo que la seguridad es bastante alta, y podremos disfrutar de las actividades con pocos peligros. Pero nunca deberemos olvidar que es un desierto, con todo lo que eso conlleva. La mejor época para visitar el desierto del Neguev es la primavera. Considerando primavera todo el mes de marzo. En verano es insoportable el calor, con máximas que harían muy duras las jornadas.
El Kibutz
En nuestra visita al desierto del Neguev nos alojamos en un Kibutz. No es que una simpática familia ruso-judía nos dejara su casa, es que de un tiempo a esta parte, los Kibutzs se están abriendo a nuevas actividades, entre ellas el turismo. Pero no es que sean Kibutz “artificiales”, son explotaciones agrarias o fabriles que disponen de algunos alojamientos iguales a que los que usan los habitantes del Kibutz y que alquilan a turistas.
En un Kibutz todo el mundo es igual. Como es natural, debe tener sus matices y debe haber personas “más iguales” que otras, pero esto no es perceptible a simple vista, y menos para los turistas visitantes.
El primer shock es cuando las comidas te las sirven en el mismo comedor en el que comen los habitantes habituales. En algunos Kibutzs la comida es gratis para los pobladores, y en otros tiene un precio casi simbólico o muy reducido. Esto tiene que ver con la filosofía e ideología básica del Kibutz: cada uno pone sus propias normas. Los alojamientos y las instalaciones son sencillas, pero están muy limpias. Todo es sencillo, incluso la comida, pero limpio y de calidad. Las instalaciones deportivas y culturales son primordiales en un Kibutz, no podemos olvidar que la ideología que subyace en todo esto es la superación y la colectivización. Tomando como base de operaciones un Kibutz bien situado, podemos hacer unas visitas muy interesantes en el desierto del Neguev; indudablemente, es la opción que recomiendo. Porque hoteles de todo tipo y campings los hay a cientos y en todos los países del mundo, pero los Kibutzs sólo los encontraremos en Israel.
Mitspe Ramon
Mitspe significa “cráter”. Pero no es el resultado de un meteorito ni nada parecido, aunque lo parezca. Es el resultado de millones de años de erosión y movimientos tectónicos. Mis someros conocimientos, provenientes de tercero de BUP, no alcanzan a explicar la grandiosidad e importancia científica del cráter, hay que verlo. Hay un centro de interpretación donde te explican, con audiovisuales en inglés, todo el proceso de formación. A continuación se pueden realizar excursiones con guías oficiales en todoterreno. Los conductores son verdaderos profesionales, y además te preguntan el nivel de dificultad de la ruta, para que nadie pase un mal rato. Hay rutas sencillas y las hay muy escarpadas, ya es nuestra decisión hacer una u otra. Dentro de los límites del parque, encontraremos un par de granjas-zoo con animales autóctonos o bíblicos. Es de destacar el enorme esfuerzo que muchos particulares están realizando para la recuperación de la fauna.
Los beduinos
Cuando viajas a Israel, lo que menos te puedes imaginar es que una de las cosas más interesantes es ver a los beduinos árabes. Tienen en su mayoría la nacionalidad israelí, y en gran porcentaje se han “occidentalizado”, porque no me gusta el término “civilizado” ya que es muy de europeos considerarlos equivalentes, pero no siempre tiene que ser así. Los que no han sido “asimilados”, viven en aldeas muy pequeñas donde se organizan mediante una estructura de familia patriarcalizada. Un padre, sus esposas e hijos; aunque oficialmente no existe la poligamia, los beduinos muchas veces no respetan esta ley. Ocasionalmente también viven los hijos con su esposa, pero en cuanto pueden, se separan y montan su propio núcleo. Una cena en una jaima beduina es toda una experiencia. Aunque yo haría dos recomendaciones, la primera para los “menisqueros” y “rodilleros”. Para los que sufrimos de las rodillas, lo mejor es sentarse el primero y levantarse el último. Porque como se come en el suelo, el espectáculo de intentar levantarse con la agilidad de un hipopótamo, es algo que puede terminar con nuestra imagen. La otra recomendación tiene que ver con las especias. Todo lleva distintos tipos, con lo que si no somos amantes de los picantes y las hierbas aromatizantes, a lo mejor no disfrutamos al cien por cien.
Los dulces son magníficos. Y lo resalto porque hay una “leyenda urbana” que dice que las almendras las machacan las mujeres beduinas con la boca. No es cierto. Esto sale de una costumbre beduina del respeto a los ancianos. Antes de los dentistas, cuando los ancianos perdían los dientes, las mujeres más jóvenes les masticaban las comidas duras, y luego la comían los ancianos. Pero eso era antes, y no para hacer dulces. Algo más convencional y que se puede ver en otras partes del mundo, son los mercadillos tradicionales beduinos. Tienen días fijos en los que se montan, y su visita puede ser una buena opción para ver objetos curiosos y tradicionales.
Una visita con tu familia hasta el sur de Israel para conocer el Neguev se convertirá en inolvidable, hará que tus hijos vivan una experiencia única y, además, les ayudará a descubrir y comprender lugares históricos.
Datos curiosos
-Ben Gurion es considerado el padre fundador del nuevo Israel. Cuando decidió retirarse de la política, se fue a un Kibutz y vivió como los miles y miles de emigrantes participantes en este experimento social que fueron los Kibutzs.
-Cuando se cruza el Negev las huellas militares son constantes. Pero no sólo como nos podríamos imaginar. Innumerables tanques y vehículos blindados abandonados han sido tomados por artistas para realizar manifestaciones artísticas muy variadas. Ver un tanque de fabricación soviética convertido en una obra de arte por la paz, es muy instructivo y educativo.
-Aunque el término “Minas del Rey Salomón” siempre nos ha hecho pensar en oro y brillantes, las que hay en el Negev son de cobre. Merece la pena visitar en las inmediaciones el Hongo de Piedra y una formación de arenisca que recibe el nombre de “Los Pilares del Rey Salomon”.
-Las bebidas alcohólicas no están prohibidas en las zonas beduinas árabes, lo que ocurre es que normalmente no tienen, ya que prefieren acompañar sus comidas con naranjada o limonada. El café, aunque mal preparado, es abundante. El té lo hacen clásico, a lo moruno con hierbabuena, algo más fuerte, pero no demasiado.
Petra, maravilla de la humanidad
Desde el desierto del Negev se puede ir a dos sitios muy interesantes. Por un lado tenemos el Sinaí, que es parte de Egipto, y por el otro lado podemos cruzar a Jordania y visitar Petra. Ambas opciones son interesantes. El Sinaí es una de las zonas menos frecuentes de visita en los viajes a Egipto; Petra es admirada por su refinada cultura, su impresionante arquitectura y sus complejos e ingeniosos diques y canales de agua. Además, en la actualidad, es una ciudad declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, siendo un lugar que hechiza a visitantes procedentes de todos los lugares del mundo.
Algunas nacionalidades requieren autorización de visado para entrar a Jordania. En el caso de los ciudadanos españoles, no es necesario.
Para más información, visita la web de la embajada de Jordania en España:
Pº. General Martínez Campos, 41, 5º
28010, Madrid
Teléfono: 913.191.100/04
Hola, me ha resultado interesante tu post pero me gustaría preguntarte cuántos días pasateis en el Neguev y qué fauna salvaje aún sobrevive en el mismo. Muchas gracias. Un saludo.