El gusto por los viajes exóticos ha aumentado en los últimos años. Nuestros padres se conformaban con recorrer la península y, a lo sumo, fotografiarse a los pies de la Torre Eiffel. Ahora queremos Punta Cana, Dubai o Maldivas. Está bien. El problema llega cuando volvemos con un souvenir nada recomendable.
Un koala abandonado tiene sus días contados: no hace mucho, murió uno de frío en el País Vasco. En Barcelona, aparecieron tres iguanas heridas deambulando: a una le faltaba una pata y a otra, un ojo. Son las consecuencias de una compra impulsiva. Atrapados por la atmósfera exótica de nuestro viaje, y ajenos al daño que provocamos, nos hacemos con el entrañable animalito que encontramos en el mercadillo de El Cairo.
Las tortugas son las más perjudicadas. Los centros de recuperación no cesan de recibirlas cada verano, y suman casi el 75% de las especies que albergan. Las traen los turistas y luego las abandonan, cuando ven que el ejemplar crece y su comportamiento ya no es tan manejable. O se escapan.
Plagas y desequilibrios
Las consecuencias van más allá de estos trastornos. Introducir un animal fuera de su hábitat puede provocar desequilibrios e incluso plagas. En Málaga ha ocurrido con las cotorras argentinas. Alguien abandonó a un grupo de ellas, cansado por las molestias que ocasionan estas aves. La molestia es ahora para los vecinos. Esta es una especie invasora, con gran facilidad para la reproducción, que encuentra vegetación y clima apropiados en la ciudad. Y son muy escandalosas, como ya han advertido distintos presidentes de asociaciones de vecinos, desesperados por el cansancio.
Abandonados
No es difícil entender por qué una compra de capricho terminará muy probablemente en abandono. El caso de las tortugas resulta esclarecedor. Cuando son pequeñas, una palangana o pecera común puede servirles de hábitat. Pero cuando crecen, las necesidades aumentan. Tendremos que facilitarles un terrario mucho más grande, con una altura de unos 30 centímetros, para evitar corrientes de aire. El fondo, deberá estar cubierto por grava, roca y ramas secas. Es fundamental, además, un sistema de calefacción, porque como reptil, la tortuga de tierra no es capaz de mantener una temperatura constante. Pocos están dispuestos a tanta atención para un animal que tan solo trajeron como un recuerdo simpático.
Tráfico ilegal
Como ocurre siempre, hay quien se aprovecha del fenómeno, y la comercialización de mascotas exóticas es un mercado en auge. No resulta ya tan extraño que hogares europeos y estadounidenses acojan a reptiles, aves e incluso insectos. Los criaderos lo saben y aumentan su actividad en los países de origen. El tráfico de flora y fauna es ya de los más rentables, y figura en el tercer lugar tras el de drogas y armas. Es un negocio que mueve alrededor de 10.000 millones de dólares al año, sin contar la flora. A estas cifras, hay que sumarle el tráfico clandestino, mucho más sangrante, porque se comercia con especies en peligro de extinción. Los europeos somos de los más activos. Estamos entre los primeros importadores de loros y cacatúas, los primeros también de boas y pitones vivas y los segundos, después de Estados Unidos, de primates.
En nuestro país
España no escapa a este ranking de dudoso honor. De hecho, es uno de los países que más entrada registra de este tipo de animales. A partir de los años 60 ha ido creciendo el número de especies exóticas que sustituyen a los perros y gatos como mascotas. Las más habituales son tortugas, caimanes, iguanas, anfibios, arañas, pitones y boas, pequeños primates, guacamayos y cacatúas.
Muchos de ellos no están legalizados, así que una razón más para no ceder al capricho es la multa que puede acarrearnos. Los mercadillos nos ofrecen mascotas exóticas, pero debemos pensar que seguramente provenga del tráfico ilegal, y que es posible también que se trate de una especie en riesgo de extinción. Así que lo más probable es que no logremos pasar el control de aduanas, con el consiguiente disgusto por la sanción, el tiempo perdido y la incautación del animal.
Requisitos legales
Si a pesar de todo, tenemos mucho interés en adoptar a uno de estos animales, hay una serie de precauciones que tenemos la obligación de adoptar. En primer lugar, debemos exigir el certificado CITES del animal o planta en el establecimiento, pues es el único que garantiza que el ejemplar ha sido criado en cautividad con el único fin de la venta. CITES es el resultado de un convenio firmado por 21 países en 1975, y que establece penas de cárcel, de hasta 6 años, para los traficantes ilegales.
No compremos nunca animales en puestos de venta callejeros. Es la mejor forma de que nos vendan un ejemplar ilegal. La necesidad del certificado no conviene solo por evitar el control de aduanas o sacudirse la culpa. Sin él, nadie nos garantiza que el animal no sea portador de alguna enfermedad exótica, que puede llegar a ser grave y transmitirse a personas de nuestro entorno. Por último, es importante consultar con distintas compañías de seguros, para saber si el animal es asegurable, qué requisitos debe cumplir en caso afirmativo y qué circunstancias cubre.
Los más demandados
Guacamayo violeta: Es una especie de origen sudamericano. Su color llamativo lo hace muy atractivo. No es una buena mascota: tiene mucha fuerza en el pico y es habitual que haga daño jugando.
Kinkajou: Es un mamífero que vive unos 23 años. Está muy de moda porque la famosa Paris Hilton se encaprichó de uno. Es agresivo y huele mal.
Mono ardilla: Es pequeño y manejable. Se adapta bien a la convivencia y vive aproximadamente 20 años. En libertad, vive en grupos de hasta 300 individuos en las copas de los árboles, algo imposible de satisfacer en cautividad.
Ardilla de azúcar: Originario de Australia, este marsupial se adopta por su parecido con el hámster. Cabe en la palma de la mano, y es muy fácil que se escape y acabe atropellado.
Camarón Mantis: Se trata de una especie marina, mestiza de mantis y camarón. Vive de 3 a 4 años en cautiverio. Es muy vistoso por sus colores llamativos, pero peligroso. Los buceadores lo conocen por agresividad y por sus tenazas afiladas, que pueden llegar a romper cristales de acuarios.
Lémur: Por desgracia, este primate está muy de moda porque es inteligente y resulta entrañable. Está en peligro de extinción, así que su posesión y comercio están prohibidos para particulares en España.
Perezoso: Es un oso cuyo período de vida oscila entre los 30 y 40 años. Su comercialización como mascota está provocando una alarmante disminución en su población. Los traficantes capturan a las crías y matan a los adultos.
Gato de bengala: Se trata de un felino asiático que se ha puesto de moda en los últimos años, sobre todo en el Reino Unido, donde lo adoptan pensando que es simplemente un gato grande. Ya han provocado numerosos problemas por su agresividad.
Por qué no debemos adoptar una
– No son animales domésticos, y les causamos un gran perjuicio sacándolos de su hábitat natural, que es donde se desarrollan con normalidad.
– Someteremos a riesgos innecesarios a la familia. Pueden portar enfermedades exóticas, difíciles de detectar y, en ocasiones, graves.
– Si la especie está protegida, estaremos cometiendo un delito grave.
– La convivencia con ellos es difícil. No son como perros y gatos: generalmente harán sus necesidades fuera de lugar, no obedecerán nuestras indicaciones, destrozarán el mobiliario y romperán la armonía familiar.
– Estaremos fomentando a las mafias, cuyas prácticas son deplorables y devastadoras para los entornos donde actúan.