Situado a apenas 33 kilómetros de Madrid, Galapagar es mucho más que un tranquilo municipio serrano. Su historia, su patrimonio y su vínculo con destacados personajes de la cultura española lo convierten en un lugar único, donde lo antiguo convive con lo moderno en armonía.
Uno de los nombres que más resuena en la memoria local es el del Premio Nobel Jacinto Benavente, quien vivió en Galapagar hasta su muerte en 1954. Tan profundo fue su lazo con el pueblo que pidió ser enterrado allí. Cada 14 de julio, se le rinde homenaje en el cementerio antiguo, donde está enterrado. Frente a la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción se alza una escultura monumental del dramaturgo, obra de Luis Antonio Sanguino, que lo retrata escribiendo sobre un conjunto de libros, acompañado de personajes de sus obras como La Malquerida o Los cachorros.

Bien de Interés Cultural
La Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, es un Bien de Interés Cultural. Se erige sobre restos de un templo medieval, e incluso conserva vestigios romanos. En su historia figuran ofrendas de los Reyes Católicos y bulas papales. La iglesia ha sido testigo del crecimiento del municipio y núcleo de su identidad religiosa y arquitectónica.

Deporte e innovación
Pero Galapagar no es solo un lugar de devoción y letras, también es deporte e innovación. El velódromo cubierto, el único de la Comunidad de Madrid, es sede de competiciones como la Copa de España de ciclismo y será centro de tecnificación nacional. Familias y atletas encuentran aquí un lugar moderno para disfrutar del deporte en todas sus formas.
Vestigios
Los vestigios históricos se extienden por todo el término municipal. La Calzada Romana, construida durante el mandato del emperador Caracalla en el siglo III, atraviesa el Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama. Un miliario descubierto en 1989 confirma su importancia como vía romana. También destaca el Puente de la Alcanzorla, de origen andalusí (siglos IX-XI), con su característico arco de “lomo de asno”.

Origen prehistórico
Otro punto de interés es el Canto del Peso, una curiosa roca granítica en La Navata, que podría tener un origen ritual prehistórico. De esa misma zona es la Ermita de La Navata, construida en los años 40 del siglo XX para atender al crecimiento de veraneantes madrileños.
Referente cultural
El legado cultural continúa con el Centro Cultural La Pocilla, levantado en 1983. Con un diseño premiado que mezcla tradición y modernidad, alberga el Teatro Jacinto Benavente, con aforo para 400 personas, y salas para música, danza, exposiciones y actividades artísticas. Eventos como el festival de jazz “Galapajazz” se celebran allí, consolidando a Galapagar como un referente cultural.

Figura del modernismo
El municipio también honra a otro gran escritor: Ricardo León, académico y figura del modernismo español. Su residencia, la Quinta de Santa Teresa, es hoy una casa-museo gestionada por su familia. A lo largo de su vida, León recibió en su hogar a figuras como Azorín, Cela o Jacinto Benavente, convirtiendo su casa en un punto de encuentro intelectual.
Pasado imperial
La Sala Arqueológica del Ayuntamiento Viejo, ubicada en el edificio del siglo XVIII que fue consistorio, cárcel y escuela, alberga una colección donada por Salvador Strohecker.
Entre sus piezas destaca un miliario romano, símbolo del pasado imperial de la zona.

Otros monumentos
Otros monumentos históricos incluyen la Ermita del Cerrillo, mandada construir por los jerónimos en 1447, y el Puente de Herrera, una obra del arquitecto Juan de Herrera encargada por Felipe II en su ruta hacia El Escorial.
Rica herencia cultural
Galapagar es un mosaico de historia, arte y vida contemporánea. Con una herencia cultural rica, paisajes naturales privilegiados y una comunidad activa, este municipio madrileño sigue escribiendo su historia entre lo eterno y lo cotidiano.
Un destino también para el paladar
La gastronomía es otro de los pilares que consolidan el atractivo de Galapagar. El municipio cuenta con una variada y cuidada oferta de restauración que combina tradición y vanguardia. En su centro urbano y alrededores se concentran varios establecimientos reconocidos por la crítica gastronómica y frecuentados por personalidades del ámbito cultural, político y deportivo. Desde propuestas que reinterpretan la cocina castellana hasta espacios especializados en producto de alta calidad, Galapagar se ha posicionado como un destino gastronómico de referencia en la sierra madrileña. Además, a lo largo del año se celebran eventos populares que refuerzan esta identidad culinaria, como el concurso de torrijas o las ferias del rabo de toro y de la cuchara, que atraen tanto a vecinos como a visitantes.