Estamos, sin duda, ante una de las ciudades más bonitas de Europa. Según las estadísticas de viajeros, es la sexta ciudad de Europa en número de visitantes. No hay viaje a Centroeuropa que no incluya un par de días en Praga. Podemos dar testimonio en primera persona de que es una ciudad impresionante.
Llevaba mucho tiempo queriendo hacer el reportaje de Praga. No sólo porque sea una ciudad muy bonita, que lo es, sino porque me trae recuerdos de la infancia. Mi padre tenía un amigo, al que llamaban Paco “Penicilina”. El apodo era porque se había podido comprar una casa en el pueblo y el taxi, gracias a haber hecho, presuntamente, contrabando de medicinas en Centroeuropa.
Recuerdo una noche que hablando con mi padre le comentó que Praga era preciosa. Yo era muy niño y no puedo recordar muchas cosas, pero se me quedó. Así que este reportaje se lo dedico a Paco “Penicilina”.
La República Checa, conocida por la gente de mi generación como “Checoslovaquia”, es la parte “Checa” de ese antiguo país. Eslovaquia se separó, y la República Checa se quedó con Praga y la bandera. Los checos aducen que como los que se quisieron separar fueron los eslovacos, pues la bandera es normal que se la quedasen ellos.
Sobre si la bandera es bonita o no, para eso hay gustos. Pero reconocer que Praga es una preciosidad de ciudad, eso es indudable. Aunque bueno, los eslovacos se quedaron con Bratislava. Que también es una ciudad preciosa.
Cuándo ir
El de Praga es un turismo monumental y cultural, por lo que se podría decir que no es estacional y que se puede hacer en cualquier época del año.
La mejor época para visitar la ciudad con nuestros hijos es aquella que tenga las ventajas más importantes para nosotros. Esta frase es un poco difícil de descifrar, así que lo intentaré decir más claro. Cada época tiene sus cosas buenas y malas. En función de lo que valoremos, deberemos escoger una u otra.
Nosotros hemos realizado el viaje en febrero. Hemos tenido mucha suerte y la temperatura, aunque fría, no ha sido extrema. A cambio de pasar un poco de frío, hemos tenido menos agobios de gente y hemos disfrutado de los monumentos sin aglomeraciones.
En verano, el clima se podría catalogar de “caballo ganador”. Aunque sea Centroeuropa y pueda incluso llover, tenemos muchas probabilidades de disfrutar de buen tiempo. En el otro lado de la balanza, sufriremos las aglomeraciones veraniegas de turistas.
Si nos es posible, yo intentaría ir al final de la primavera. Esto sería un equilibrio entre clima y afluencia de gente. Un puente que no sea festivo en Europa podría estar muy bien. Incluso si podemos coger un par de días o tres entre semana, sería fantástico.
Qué ver
Praga tiene muchos sitios de interés y lugares que visitar. Vamos a intentar dar unas pautas o consejos para disfrutar de ellos, basados en la experiencia de nuestro viaje.
La visita al recinto del Castillo es piedra angular de una buena visita a Praga. En realidad, más que “castillo”, deberíamos de decir “ciudadela”, porque es un conjunto arquitectónicos con palacios, museos, iglesias, etc.
La visita al Castillo puede durar toda una mañana. Tanto si cogemos la visita “corta” como la “completa”. La corta es más barata, pero nos perderíamos algunas cosas interesantes. A buen ritmo, haciendo la larga, podemos disfrutar toda una mañana.
Entre los monumentos que podemos ver en la visita al Castillo, está la Catedral de San Vito, el Palacio Real Antiguo, la Basílica de San Joge, el Monasterio de San Jorge, varias torres, la Callejuela Dorada, etc.
Cuando se vaya acercando la hora de comer, lo recomendable es ir bajando a pie hasta el puente de Carlos, e ir viendo la ciudad y los monumentos de esa parte. En el Castillo, cualquier alimento o bebida tienen un precio desorbitado, así como las tiendas, por lo que mejor abstenernos de comprar allí.
Cruzar andando el Puente de Carlos es una estación obligada y recomendada en cualquier visita a la ciudad. Arquitectónicamente, una preciosidad; y artísticamente, decorado con estatuas de gran valor artístico.
Una de las tradiciones al cruzar el puente es tocar la estatua o relieve de un santo confesor de la reina, al que el rey torturó y ejecutó porque no quería decirle si la reina le era infiel. Este santo ha quedado como símbolo de la fidelidad a la reina.
Es curioso que la estatua esté en un puente que lleva el nombre de otro rey, que tuvo cuatro esposas, que eran muy ricas y que murieron jóvenes. Sin querer parecer sarcástico, parece ser que Chequia no era país muy saludable para las reinas.
Con el estómago lleno, y repuestos con la rica gastronomía checa, es el momento de empezar a ver la Ciudad Vieja.
El punto neurálgico es la “Plaza de la Ciudad Vieja”, “Old Town Square” si lo preguntamos en inglés. Aunque no tiene mucha dificultad, porque la torre del Ayuntamiento está allí y es fácilmente divisable.
Un inciso. A los amantes de las alturas, les encantará Praga. Tiene varias torres desde las que se pueden ver fantásticas vistas de la ciudad. La mejor de todas es la del Ayuntamiento.
Alrededor de la Plaza nos encontramos con calles típicas, iglesias, tiendas y restaurantes de todo tipo. Una buena forma de terminar el día puede ser cenar cocina típica en la plaza, o incluso en los puestecitos de la plaza, si están en la fecha que viajemos.
Una visita que no puede faltar en nuestro viaje es lo que se denomina “La Praga Judía”. A esto habría que dedicarle toda una mañana al menos.
Varias sinagogas, museos, monumentos conmemorativos del holocausto y el cementerio judío componen el grueso de la visita. Además, aunque actualmente el “barrio judío” no funciona como lugar de residencia principal de la comunidad, es posible encontrar algún que otro restaurante Kosher, lo que es una rareza.
Para redondear el día, la Colina de Petrin, la Plaza de Wenceslao y el shopping puede ser una buena manera de terminar el segundo día.
Si estamos más días en Praga, el resto de la ciudad y alguna visita a los alrededores pueden ser también opciones a considerar.
El Museo de Franz Kafka es también interesante. Aunque lo más pintoresco es la fuente-estatua que hay en la entrada. Está compuesta por dos figuras masculinas orinando. Pero no se trata de algo parecido al Manneken Pis.
Las dos figuras están enfrentadas, y parecen que hacen figuras con el chorrito. Pero no están haciendo sólo figuras, la idea era que la gente mandaba sms con textos, y con los chorritos se dibujaban las letras.
Hay otro detalle más que llama a la controversia. El lugar donde las estatuas orinan y hacen los dibujos con el chorrito, tiene la forma del plano de la ciudad de Praga.
Por cierto, ya que hablamos de Kafka. Cada ciudad suele tener un “personaje histórico simbólico o fetiche”. Normalmente suelen explotar su figura hasta límites irracionales, pero en Praga se mantiene dentro de lo razonable. Franz Kafka es ese personaje, y aunque hay muchas referencias a él, no llega a ser cansado como ocurre con otras ciudades y personajes históricos.
Comer en Praga
El tema de comer en Praga, yo lo resumiría con “Comer barato es caro y comer bien es barato”. Puede parecer una perogrullada, pero intentaré explicarlo.
Si queremos comer barato, nos va a ser difícil, y lo más probable es que comamos mal y además no sea barato en comparación con España. Si lo que queremos es comer bien, lo haremos y cuando paguemos, veremos que el precio es más barato que en España.
Lo que quiero decir es que los menús turísticos y similares suelen ser caros y malos. Mientras que los buenos restaurantes no son caros en relación a la calidad que ofrecen.
Si nuestra economía no está muchos dispendios, las pizzerías y los fast-foods nos pueden salvar la vida, pero sería una pena perdernos la gastronomía checa.
Una de las cosas que sorprenden en Praga es el elevado porcentaje de restaurantes italianos que hay. A los checos parece ser que les gusta mucho la comida italiana, y además, muchísimos italianos visitan Praga.
Si queremos probar la gastronomía checa, hay varias cosas que deberemos tener en cuenta. En primer lugar, las raciones son muy grandes. Por lo que deberemos calcular bien si no queremos dejar un montón de comida en la mesa.
En segundo lugar, es una comida muy contundente. Está pensada para poder trabajar y sobrevivir en un país con unas temperaturas invernales muy bajas. Así que si estamos a régimen, mejor aparcarlo durante nuestra visita a Praga.
También hay que tener en cuenta que los menús infantiles no suelen ser tales. No se trata de menús para niños. Suelen ser platos de adultos, en menores cantidades y con reducción en el precio. Bien es cierto que suelen ser platos menos pesados y especiados. La reducción en el precio no compensa con la reducción en cantidad. Mi consejo es pedir varios platos de adulto y que la familia comparta, como si estuviéramos tapeando.
Cuando comamos en un restaurante en Praga, y mucho más si está en las zonas turísticas, hay que tener cuidado con varias cosas relacionadas con el dinero.
Los restaurantes en Praga no regalan nada. Pero nada. Supongo que las servilletas no te las cobran porque debe de ser más caro lavar mucho los manteles, pero a excepción de las servilletas, todo lo demás se paga. Aunque no lo hayas pedido.
Si te ponen unas avellanas, o mantequilla o cualquier otra cosa que pudiera parecer un “detalle” del restaurante, no lo es. Si lo quieres y lo coges, lo pagas. Si no quieres pagarlo, antes de siquiera tocarlo, hay que llamar al camarero y decirle que lo retire y que no lo has tocado. Cuando llegue la cuenta, hay que asegurarse de que no está metido. Lo mismo reza con los chupitos de licor del final de la comida. Y con cualquier cosa que te traigan durante la misma.
Hay que mirar muy bien la carta para ver si están incluidos todos los impuestos. Es conveniente tener la carta a mano cuando te traen la factura. Es común meter un porcentaje de entre el 15 y el 20%. Cuando preguntas te dicen “tax”. Si en la carta viene que los impuestos están incluidos, no hay que pagarlo.
Otra “mordida” suele ser el “service”, lo que podríamos denominar propina. Te la suelen querer meter en la factura. No es obligatorio y no te la pueden exigir. Como máximo, después del total, te pueden poner una orientación, pero que no es una obligación.
Es conveniente tener dinero checo cambiado, porque si discutimos la factura y sólo tenemos euros, nos pueden decir que ellos no tienen la obligación de aceptar euros, por lo que pueden aplicarnos la tasa de cambio que consideren oportuna.
Si vamos en invierno, encontraremos que en muchos bares y puestos callejeros venden vino caliente. Suele ser un vino peleón con mucho azúcar. A mí me recuerda el vino del postre “Peras al Vino Tinto”. Si tenemos frío y no somos muy exigentes con la calidad del vino, un vasito para probarlo puede no ser muy mala idea.
No quisiera terminar este apartado sin recomendar una cosa. Los checos están muy orgullosos de su cerveza tipo Pilsen. Pero la que verdaderamente me gustó a mí y me pareció excepcional, es la cerveza negra. Es cierto que a mí me gusta mucho ese tipo de cerveza, pero es que las cervezas negras que probé en Praga me gustaron muchísimo y me gustaría destacarlo.
Alojarse en Praga
Como no era menos de esperar en una ciudad tan turística como Praga, la oferta hotelera es amplísima. Podemos encontrar hoteles de todas las categorías y precios.
La temporada alta en Praga es la habitual, por lo que si queremos ahorrar en el alojamiento, lo mejor es evitar esas fechas.
Para evitar sorpresas e “ir sobre seguro”, las mejores opciones para alojarse suelen ser los hoteles de las grandes cadenas españolas, europeas y americanas. En estos establecimientos, gracias a los estándares de calidad y servicio, evitaremos muchos problemas. Sobre todo si tenemos la cena incluida y eludimos tener que salir. Podremos comer buena comida checa a precios razonables. No baratos, pero sí asequibles.
En Praga no tendremos ninguna dificultad en encontrar hoteles con habitaciones familiares o con habitaciones dobles comunicadas. Podremos elegir la configuración de alojamiento que más se adapte a nuestros gustos y/o necesidades.
Como en todas las ciudades turísticas europeas, es conveniente reservar con tiempo para evitar costes. En temporada alta difícilmente encontraremos “chollos” de última hora. Hay que tener en cuenta que Praga es parada fija de todos los tours organizados de viajes por Europa. Por lo que suelen estar muy altos de ocupación.