Buen clima todo el año, paisajes de enorme belleza, gran riqueza cultural y atracciones para nuestros hijos. Las islas Madeiras lo tienen todo para asegurar unas vacaciones inolvidables para vivir en familia.
Las montañas densas y verdes de Madeira es el primer impacto visual que recibiremos al llegar. Enseguida querremos escalarlas, y de hecho es una de las mejores ideas que podríamos tener, porque si lo hacemos tendremos una vista privilegiada, de las que cortan la respiración. El clima es otra de las grandes bondades de Madeira, gracias a la posición geográfica privilegiada y a su orografía montañosa, que sirve de protección.
Y si queremos un viaje completo, tendremos que prolongar un poco nuestra estancia para conocer la paradisíaca isla de Porto Santo, a 40 kilómetros de la Isla de Madeira, distancia que cubriremos en 15 minutos si vamos en avión o en 2 horas y media si viajamos en ferry-boat. La recompensa no será pequeña: el sobrenombre de la “isla dorada” lo tiene bien ganado, gracias a sus 9 kilómetros de playa de arena fina, bañada por un mar limpio y en calma.
Jardín flotante
Pero volvamos a la isla principal del archipiélago, Madeira, donde nunca tendremos frío excesivo ni calor asfixiante: la temperatura media en verano es de 22 grados centígrados, y en invierno, de 18 grados. Tan solo 4 grados de diferencia entre las dos estaciones opuestas.
Aunque esta es una isla pequeña, su riqueza natural es muy grande, tanto que muchos la llaman el jardín flotante. De hecho, uno de los mayores atractivos turísticos de Madeira se basa en su exuberante y variada vegetación, que presenta una combinación de las características tropicales con las mediterráneas, lo que origina un mosaico vegetal rico en diferentes tonalidades de verdes. Los jardines son variados, y los parques, exquisitos.
El Jardín Botánico encontramos más de 2.000 plantas exóticas procedentes de todos los continentes, y que aquí conviven con tanta salud como en sus lugares de origen. Este jardín, que supera los 35.000 metros cuadrados, y alberga el museo de Historia Natural, un herbario y el Jardin de Loiros.
El jardín tropical Monte Palace contiene vegetación proveniente de todos los lugares del mundo, con un espacio dedicado a la flora maderiense. Los jardines de la Quinta da Boda Vista sacan provecho del clima maderiense para recrear hábitats semejantes a los originales de las muchas especies en peligro de extinción. El Jardín del Imperador rodean a la que fue residencia del Emperador Carlos de Austria. El Jardín Municipal, también conocido como Jardín Doña Amelia, posee bellos ejemplares de la flora de Madeira y de muchas otras partes del mundo.
Parques naturales
Estos son solo algunos de los jardines que podremos encontrar. Los parques son también de enorme belleza. El de Santa Cantarina, con cerca de 36.000 metros cuadrados, ofrece una bellísima vista de Funchal. Este parque posee una gran área de césped, rodeada por diversos cuadros donde se muestran las numerosas especies arbóreas, arbustivas y herbáceas provenientes de todo el mundo. En el Parque Municipal de Monte se encuentran muchas especies indígenas y exóticas y algunos árboles centenarios. El Parque Ecológico de Funchal contiene una flora autóctona muy variada.
Pero si de verdad queremos conocer todo el esplendor natural de Madeira, tenemos que visitar el Bosque Laurisilva, que tiene reconocida la condición de Patrimonio Natural Mundial, galardón único en Portugal. Este bosque que se remonta al Período Terciario de la Tierra y que sobrevivió a las últimas glaciaciones sólo en el área geográfica de Verde. Madeira es la región que posee la mayor área de este tipo de bosque, con cerca de 22 mil hectáreas, y posee también la mayor variedad de fauna y flora con algunos especímenes raros, como es el caso de la Orquídea de Madeira, Dactylorhiza foliosa, única en el Mundo.
Destino ecológico
De enorme importancia y belleza son también las reservas naturales, que hacen de la isla un destino ecológico. Velando por la salvaguarda del patrimonio natural de Madeira, fue creado, en 1982, el Parque Natural de Madeira, clasificado como Reserva Biogenética y en la cual se puede encontrar una flora y fauna únicas en el Mundo. El Parque Natural de Madeira ocupa cerca de dos tercios del territorio y en él están definidas reservas naturales integrales y parciales, paisajes protegidos y zonas de recreo.
La mejor forma de conocer las maravillas naturales de Madeira es recorrerlas a pie. De hecho, muchos visitantes viajar aquí solamente para recorrer los distintos circuitos, explorando el placer de estar en pleno contacto con la naturaleza. Caminando por las veredas y levadas de Madeira accederemos al interior de la isla, y podremos así disfrutar de un deslumbrante paisaje virgen y desconocido.
Las levadas son un ingenioso y admirable sistema de irrigación. Estos canales constituyen el documento vivo del esfuerzo titánico realizado por nuestros antepasados para repartir, por las laderas y valles, el abundante agua que brota de fuentes situadas casi en la cima de las sierras. En Madeira, encontraremos cerca de 1.400 kilómetros de levada, que nos sirven de orientación para recorrer y descubrir paisajes que cortan la respiración. Existen distintos grados de dificultad en los circuitos delimitados, así que si viajamos con niños obviamente elegiremos los más sencillos, y nos proveeremos con agua, comida, calzado cómodo y ropa de abrigo.
Rincones encantadores
Otro de los encantos del archipiélago son sus pueblos. Madeira presenta sus localidades repartidas entre Funchal, capital del archipiélago, Caniço, la Costa Este (Santa Cruz y Machico), la Costa Oeste (Câmara de Lobos; Ribeira Brava; Ponta do Sol y Calheta), la Costa Norte (Porto Moniz; São Vicente y Santana) y Porto Santo.
En todas estas localidades encontraremos maravillas y rincones encantadores. La Ciudad de Câmara de Lobos, saliendo de Funchal, es un típico pueblo pesquero, y allí podremos admirar el acantilado más alto de Europa y el segundo más alto del mundo, con 580 metros.
Si subimos en dirección a Paul da Serra, la mayor meseta de Madeira, tenemos que hacer una pausa para apreciar la bella vista existente sobre las laderas norte y sur. Y si vamos en dirección a Porto Moniz, podemos recuperar fuerzas con un baño revitalizante en las piscinas naturales de la localidad, cuya formación se debe a restos de lava que, de forma natural, se deslizan al encuentro con el océano.
Centro comercial y turístico
En São Vicente podremos visitar las Grutas, el Centro de Volcanismo y Núcleo Museológico – Ruta de la Cal, o simplemente pasear por las calles de este simpático pueblo. En Santana es obligatoria la visita a las casas típicas, al Parque Temático y a la zona de las Queimadas. Si continuamos hacia Machico, no podemos dejar de visitar Caniçal y Ponta de São Lourenço, el punto más oriental.
Por supuesto, no nos olvidamos de la capital del archipiélago, que se encuentra situada en la costa sur de la isla de Madeira.
Hablamos de Funchal, el más importante centro comercial, turístico y cultural de la isla. Esta es una ciudad tradicional y cosmopolita al tiempo, que descubriremos si la recorremos sin prisa y sin más objeto que disfrutar de sus calles, muchas veces jalonadas por casas adornadas con flores.
En nuestro paseo, seguro que nos encontraremos con plazas que han sido recuperadas con mucho cuidado, y que incorporan de nuevo la típica calzada portuguesa. Apreciaremos también los edificios de arquitectura maderiense, así como los monumentos ciudadanos o las galerías de arte. Es también una buena idea pasear por el Puerto de Recreo para observar los veleros y los cruceros que vienen desde los más diversos lugares, y temporalmente atracan aquí. No olvidéis recorrer los jardines de la ciudad, que albergan una gran diversidad de flores exóticas, y si os gustan las vistas, existen dos teleféricos que nos darán oportunidades únicas para dominar paisajes de enorme belleza.
Herencia cultural
La oferta cultural de Madeira es fruto de una herencia cultural que se remonta a la época de los Descubrimientos, y que se plasma en museos, iglesias, palacios, casas solariegas y también en los hábitos y costumbres, como el folclore, así como en distintas manifestaciones artísticas.
De entre los muchos monumentos existentes, merecen una visita el Palacio de San Lorenzo, la Fortaleza do Pico, la Sé-Catedral, la Iglesia del Colegio o de los Jesuitas, el Convento de Santa Clara, el Fuerte de Santiago y el Mercado Municipal. Paseando por la isla, nos encontraremos con algunos monumentos que tienen origen en pasajes de la historia del archipiélago, y también veremos estatuas que sirven de homenaje a figuras históricas.
Las quintas de Madeira, que antes eran residencias de príncipes y aristócratas, hoy son una alternativa de alojamiento, como por ejemplo las unidades de Turismo de Casas Históricas, que eran antiguas casas señoriales, y que donde hoy podemos alojarnos y apreciarlas al mismo tiempo.
Para quien aprecia un itinerario cultural rico y diversificado, Madeira es sin lugar a dudas un lugar digno de ser visitado. Auténticos vestigios de la cultura e historia del archipiélago se encuentran diseminados por los distintos espacios museológicos.
El Museo de Arte Contemporáneo muestra una colección de arte contemporáneo portugués desde los años 60 hasta nuestros días. El Museo de Arte Sacro posee importantes ejemplares de pintura flamenca de los siglos XVI a XVIII, escultura religiosa de los siglos XVI a XVIII y orfebrería sacra de los siglos XVII y XVIII. El Jardín Botánico de Madeira cuenta con un museo que incluye valiosos fondos con documentos que testimonian la riqueza del patrimonio natural del archipiélago y su dinámica en este dominio.
Son solo algunos de los muchos museos que podemos visitar, pero nosotros que viajamos con hijos, no podemos perdernos el Museo del Juguete. Así nuestros hijos podrán comprobar cómo eran los juguetes de sus padres y abuelos. Este museo, en concreto, presenta las colecciones de juguetes antiguos de José Manuel Borges Pereira, enriquecidas con algunas contribuciones de otras colecciones privadas.
Platos y vinos
Si tenemos la oportunidad, no podemos dejar de pasar la ocasión de conocer la gastronomía maderiense, basada en productos de la máxima calidad, donde encontraremos platos típicos regionales y también representaciones de la cocina internacional.
Madeira tiene un contacto evidente con el mar, y esto se traduce en excelentes platos de marisco y de pescado fresco. Lapas, pulpo, gamba, filete de atún y los filetes de pez sable son sólo algunos ejemplos de estos manjares regionales.
Para los más golosos se presenta en la mesa una rica repostería. Los dulces más típicos son el “Bolo-de-Mel” (tarta de miel) y las “broas de mel” (galletas de miel), confeccionados con ricos ingredientes, como especias y miel de caña de azúcar. Las “Queijadas” y los caramelos de hinojo son también muy apreciados.
Obligatorio es también saborear los platos típicos de la región, tales como el filete de atún con maíz frito, la deliciosa “espetada” de carne de vaca asada en brocheta de palo de laurel, acompañada por el pan de patata dulce “bolo do caco”.
No se puede hablar de la gastronomía sin mencionar los vinos del lugar. Apreciados en todo el mundo y con un pasado histórico testimoniado desde hace más de cinco siglos, los deliciosos caldos son uno de los símbolos de la Isla de Madeira. las más nobles son la Sercial, Boal, Verdello y Malvasia. De los vinos secos destaca la casta Sercial. Ideal como aperitivo, este vino de color claro es ligero y muy perfumado. El Verdello encabeza los vinos semi-secos; delicado, bastante perfumado y de color dorado, es el más indicado para acompañar las comidas. Semi-dulce, suave, noble, aterciopelado y de color dorado oscuro es la casta Boal, siendo la más recomendada para el asado y el postre. Entre comidas o en el postre son pocos los que se resisten a la casta Malvasia, que produce un vino dulce, con cuerpo, de aroma intenso y color rojizo.
Pensando en ellos
Hemos conocido museos y parques botánicos, hemos probado vinos deliciosos y disfrutado de platos suculentos, hemos accedido a vistas fantásticas. Es tiempo de que nuestros hijos también pasen momentos inolvidables. Os recomendamos las mejores sitios para que ellos se lleven el mejor recuerdo de su visita a Madeira.
Parque Temático de Madeira
Este parque, único en Portugal, se presenta como un pequeño parque Expo de carácter permanente.
Con pabellones dedicados a la historia, a la ciencia y a las tradiciones de la isla, el parque conjuga las opciones de los visitantes con temas como la Naturaleza, la Cultura y la Diversión.
Una réplica del tren de Monte, los tradicionales carrosde bueyes y las hamacas, la típica Casa de Santana, el Molino, un Laberinto y también un Lago constituyen algunos de los elementos más atractivos de este Parque dedicado a la historia y cultura madeirenses.
Centro de Volcanismo y Cuevas
Este centro mezcla la cultura y el conocimiento con el ocio y la animación. La idea es dar a conocer, de una forma pedagógica y lúdica, el nacimiento de la Tierra, principalmente del archipiélago de Madeira, resultante de una serie de explosiones volcánicas.
El Centro de Volcanismo es también un complemento a la visita de las cuevas, que sirven de ejemplo de la formación geológica de Madeira. Para ello, dispone de un pabellón destinado a la realización de un espectáculo audiovisual donde se recrea la evolución geológica de las cuevas, la escenificación de la erupción de un volcán y la simulación del nacimiento de la isla.
Centro de Ciencia Viva
Considerado como una especie de centro cultural dirigido a adultos y niños, tiene como objetivo acoger exposiciones nacionales e internacionales en el dominio de la ciencia. En este centro, además del área de exposiciones con juegos interactivos, se encuentra también un auditorio para cerca de 150 personas, que permite la realización de congresos y simposios.
Madeira Story Centre
Este es un lugar donde se puede revivir toda a historia madeirense, desde su formación geológica hasta la actualidad. En hora y media de recorrido, exploraremos la evolución del archipiélago a través de recreaciones, gracias a equipamientos interactivos.
Acuario de Madeira
Situado en el pueblo de Porto Moniz, el acuario está formado por 11 estanques de exposición, en los cuales se encuentran representados varios hábitats del mundo marino madeirense. El estanque más espectacular contiene cerca de 500.000 litros de agua salada. El edificio del acuario se encuentra instalado en el antiguo fuerte de San Juan Bautista, edificado en 1730 para defenderse de los ataques de los piratas contra la población de Porto Moniz.
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