Los ecos del imperio romano resuenan con fuerza en nuestros días. La motivación cultural es la principal para hacer una escapada a Italia, y Roma es el culmen del éxtasis monumental. Es eso y mucho más. Queremos ahora escapar de la visita clásica y disfrutar con nuestros hijos de una Roma menos convencional.
Si este fuera un reportaje al uso sobre Roma, empezaríamos describiendo un recorrido cultural ineludible para el visitante primerizo. Destacaríamos las sensaciones que producen admirar el impresionante Coliseo. Recomendaríamos visitar la mítica Fontana de Trevi, indicando precaución en las aglomeraciones por los carteristas. Imprescindible, diríamos, la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Los museos Vaticanos, El Capitolio, el Circo Massimo, la Plaza de España, los Foros… Tantas serían las recomendaciones que al final acabaríamos reconociendo que no podemos abarcar todo en un este humilde reportaje y emplazaríamos a consultar alguna guía oficial.
En lugar de hacer esta relación imprescindible, pero sabida, queremos alumbrar posibilidades normalmente oscurecidas por el resplandor de la impresionante monumentalidad romana. Lo agradeceremos quienes ya hemos visitado la ciudad en anteriores ocasiones, y lo aplaudirán nuestros hijos, porque escaparán de explicaciones sesudas y se adentrarán en emociones más acordes con su temperamento.
No sin mi bici
La Ciudad Eterna permanecerá aún más en nuestros sentidos si la recorremos en bicicleta. A nosotros nos permitirá descubrir rincones desconocidos, con tranquilidad, a ritmo de pedaleo, y nuestros hijos darán salida a sus siempre rebosantes reservas energéticas. Podremos recorrer las callejuelas más típicas sin la preocupación de encontrar aparcamiento y sin las limitaciones horarias y trazados predefinidos del transporte público. Para ello, nada mejor que sacar partido las zonas de tráfico limitado que encontraremos en la ciudad. Más ventajas: si no llevamos nuestras propias bicicletas, podremos alquilarlas a un precio aproximado de 4 euros por hora en cualquiera de los quioscos de alquiler que encontraremos en Roma.
También podemos inscribirnos en el servicio de bikesharing, reservado a romanos, turistas y usuarios, y que permite utilizar la bicicleta al precio de 0,50 céntimos de Euro cada 30 minutos. Es posible inscribirse en una de las diez taquillas Atac concertadas, previa la firma de un formulario de inscripción.
Como algunos recorridos pueden resultar pesados o largos, siempre tenemos la posibilidad de trasladarnos en transporte público con nuestras bicicletas, porque está permitido hacerlo en las líneas A y B del metro y en el ferrocarril Roma-Lido. Tendremos, en este caso, la obligación de viajar en el primer vagón en el sentido de la marcha del tren.
El parque de Appia Antica es perfecto para nuestros paseos ciclistas. Si nos adentramos por sus calles, podremos descubrir las maravillas de la Via Appia Antica, con el Mausoleo de Cecilia Metella, la Villa de Majencio o las Catacumbas. Nos gustará también admirar el Parque de los Acueductos y todo el Valle de la Caffarella.
Todo gracias a nuestro pausado pedaleo en familia y a los carriles bici de Roma, que nos permiten este y otros recorridos. Nota mental: no olvidar el recorrido que discurre a lo largo del río Tíber; tampoco el que cruza la Villa Borghese.
Muy divertido
Ya vemos que nuestros hijos tienen una perspectiva inmejorable de diversión en Roma. Pero apenas hemos comenzado a asomar las posibilidades. La ciudad nos ofrece numerosas tracciones. Los más pequeños pueden participar en los laboratorios que la ludoteca Casina di Raffaello, que se encuentra en el parque de Villa Borghese, organiza en relación con las exposiciones que albergue en ese momento. Algo similar encontraremos en los laboratorios del Museo Explora, situado en la Vía Flaminia 80.
Si nuestros hijos son algo mayores, seguro que les gusta la ludoteca de Technotown, que ya ha logrado buena fama en la ciudad. Se quedarán encantados con los efectos especiales y los pavimentos interactivos, porque podrán experimentar y sorprenderse al mismo tiempo.
Los días soleados invitan a visitas que nos permitan disfrutar del buen tiempo. El Bioparco es una excelente opción. En este zoo podremos tomar parte en diferentes actividades, como laboratorios interactivos, tours zoológicos y botánicos guiados y asistir a eventos como shows teatrales. Muy cerca, el Museo Cívico de Zoología, un centro de cultura científica que conserva, estudia y da a conocer la biodiversidad animal.
Si a nuestros hijos les gustan las representaciones, podemos llevarles a ver espectáculos con marionetas, títeres o espectáculos teatrales. Nada mejor para este fin que el Teatro Verde, o el Teatro Stabile dei Burattini (Teatro Estable de las marionetas) “San Carlino”.
Los sábados y domingos, el Planetario de Roma, organiza espectáculos para niños y chicos, ofreciendo un repertorio muy variado.
Parques temáticos
En Valmontone, encontramos uno de los centros de diversión más celebrados de Roma. Con sus 35 atracciones, el Parque Mágico ofrecerá diversión a grandes y pequeños, e incluso a los jóvenes que andan buscando actividades emocionantes y descargas de adrenalina. Nunca nos aburriremos, porque el parque ofrece espectáculos de diferente tipo en sus tres teatros y coreografías acuáticas y pirotécnicas en el gran lago de 16.000 metros cuadrados situado en el centro del Parque.
Zoomarine es el nuevo parque de diversión de Roma. Su extensión es de 35 hectáreas y está situado a unos 20 Km. de Roma, en la ciudad de Toravianica. En este parque podremos relajarnos, divertirnos y disfrutar con delfines, focas, leones marinos, aves tropicales y rapaces.Entrar en el Zoomarine significa disfrutar de una emoción intensa que dura un día al completo, con su diversión, espectáculos y entretenimientos, todo ello con la adquisición de una única entrada.
Un verdadero oasis
Sería una verdadera pena dejar Roma sin haber conocido los Jardines de Ninfa, en las laderas de los Montes Lepini, en la provincia de latina. Aquí tendremos la oportunidad de admirar la maravilla de la naturaleza en la que muchos escritores conocidos, como Virgina Woolf, truman Capote, Ungaretti y Moravia se inspiraron para escribir sus novelas.
El oasis surge sobre una antigua ciudad con una Historia apasionante y atormentada: varias familias nobles lucharon por apropiarse de ella, así que fue destruida y reconstruida en numerosas ocasiones. Los Caetani, en el siglo XIX, sanearon sus pantanos, extirparon buena parte de las plantas que habían recubierto los restos arqueológicos, plantaron los primeros cipreses, encinas y hayas, sembraron numerosos rosales y restauraron algunas ruinas arqueológicas, creando un jardín de estilo anglosajón, de aspecto romántico.
Hoy en día el oasis se nos muestra como un pintoresco parque arqueológico con las ruinas de un castillo, de varios palacetes, iglesias y campanarios medievales, rodeados por una vegetación exuberante. Desde el monte brotan numerosos riachuelos que desembocan en un estanque.
Joya artística
Si contamos con un día extra, vale la pena acercarse a Tívoli, una ciudad situada a 25 Km. de Roma. Entre otras maravillas, en Tívoli se puede disfrutar de una visita a Villa Adriana. Se trata de la mayor villa que jamás tuvo a disposición un emperador romano: Adriano, y demuestra el extraordinario nivel de calidad que alcanzó la arquitectura romana.
Otra de las joyas que ofrece esta localidad es la espectacular Villa d’Este, construida en 1550 por encargo del Cardenal Hipólito II d’Este. Este palacete es famoso por sus joyas artísticas y, sobre todo, por su maravilloso jardín, adornado con un sinfín de fuentes que transportan a sus visitantes a una época anterior.