Una de las ciudades más bonitas de Europa, sin ningún género de duda. Es algo que salta a la vista nada más aterrizar en ella. Para a mí, particularmente, una de las ciudades en las que más cómodo y mejor hemos estado. Y los lectores veteranos de esta revista pueden dar fe que ya hemos estado en bastantes.
Budapest es la reunión de tres ciudades en una, “Buda”, “Pest” y “Obuda”, que estaban separadas por río Danubio. No necesitaron de mucha imaginación para bautizar a la ciudad resultante. Pero en lo que sí demostraron gusto fue en la forma de hacer el desarrollo de la ciudad.
Es una ciudad muy manejable a la hora de visitarla, y con una red de transportes públicos muy buena. Como no podía ser de otro modo en una capital del antiguo bloque comunista.
Algunas recomendaciones
Como es una costumbre generalizada hoy día en todas las grandes ciudades, no merece la pena desplazarse en coche. Así que si Budapest es nuestra primera parada en un recorrido por Hungría, no merece la pena alquilar el coche hasta que vayamos a abandonar la ciudad. Y si es la última estación antes de volar de regreso, lo mejor es devolver el coche y ahorrarnos esos días.
Budapest es una ciudad segura. Pero como en todas las grandes ciudades turísticas, hay que tener algunas precauciones con los carteristas. También es recomendable evitar zonas solitarias de noche. Esto es algo que hay que hacer en todos lados. Pero como Budapest da sensación de seguridad, podríamos olvidarlo.
Si el viaje es por toda Hungría y no sólo por Budapest, yo compraría los regalos para la familia y amigos en otras zonas de Hungría, ya que Budapest es ligeramente más cara que el resto del país.
Quizás el Lago Balaton sea igual de caro para los regalos y tenga menos variedad, pero si visitamos zonas menos conocidas de Hungría, quizás es mejor comprar allí. Si sólo vamos a visitar Budapest, en la calle Vachi (no se escribe así, pero se pronuncia de ese modo) podremos encontrar de todo. También en los principales enclaves turísticos de la ciudad podremos encontrar regalos, pero más caros.
Alojamiento y comida
Budapest es una de las grandes capitales de Europa, y una de las más turísticas y visitadas también. Es por ello que el tema del alojamiento no es ningún problema. Podremos elegir cualquier tipo de hotel y configuración de habitación.
Los precios no son altos. Evidentemente, si nos alojamos en los hoteles de gran lujo, el precio es casi el mismo que en toda Europa. Pero los alojamientos normales de 3 y 4 estrellas, incluso se podrían calificar de muy asequibles.
Si hay algo que es un verdadero placer en Budapest, y además a unos precios muy buenos, es comer en los restaurantes de la ciudad. Yo, en algunas ciudades, suelo recomendar tener la cena en el hotel. Pero en Budapest, hay que comer fuera. Los precios y la calidad nos recompensarán.
Si el hotel tiene buen restaurante, no está de más probarlo. En la mayoría de las ocasiones, comeremos de lujo a precio de turista. Nosotros teníamos para cenar una dieta de 80 euros para los cuatro. Si gastaba más, tenía que pagarlo, si gastaba menos, no me lo devolvían. El restaurante era buenísimo, de lujo, y no fui capaz de gastar más de 70 euros ninguna de las noches.
Una de las cuestiones a decidir a la hora de alojarse en Budapest, es si hacerlo en Buda o en Pest.
En ambas partes de la ciudad hay hoteles de todo tipo para elegir. Es sólo cuestión de que decidamos dónde queremos. Yo me voy a “mojar”, y aconsejo alojarnos en Pest. Aunque Buda sea estupenda, el “cogollo” está en Pest.
Además, aunque puede que sea impresión mía, Buda se queda un poco solitaria al caer la noche. No es que vayamos a salir de marcha con los niños, pero para cenar o dar un paseo, creo que prefiero alojarme en Pest.
Que es una apreciación personal y una opinión. Y supongo que otros viajeros pensarán lo contrario, pero yo me decantaría por Pest. Por muy bonito que pueda ser cenar viendo el panorama.
En Budapest los hoteles puedes establecer un paralelismo con España en calidad. No es como en otros países en los que cuatro estrellas equivalen a dos estrellas de España.
En cuanto a los restaurantes de menús turísticos, con gastarnos ocho-nueve euros, comeremos estupendamente. No es necesario que busquemos cosas más caras, a menos que queramos darnos un homenaje, en cuyo caso, con cincuenta o sesenta euros, una familia de cuatro miembros puede comer de fábula.
No tengo muy claro si los jaboncitos y demás parafernalia, las “amenities”, que regalan en los hoteles se pueden llevar o no. De todas maneras, mi mujer sí lo tiene claro, y de cada viaje volvemos con suficientes champús y jabones como para la piscina de un año de los niños. Con esta experiencia, puedo asegurar que los productos de Spa húngaros son de los mejores que hemos probado, quizás sólo inferiores a los que nos trajimos del Mar Muerto.
Tras el telón de acero
Después de visitar Polonia, Hungría, Chequia, Yugoslavia (aunque ya no se llame así), es cuando mejor se comprende y se llega empieza a entender lo grande e importante que fue la parte de Europa que cayó bajo la órbita soviética. Aunque ya han pasado años desde la caída del muro de Berlín, hay “algo” especial y distinto en esos países. No sabría definirlo, pero no es como cuando vas a otras partes de Europa.
En Budapest se nota el estilo “soviético” en algunos edificios feos cerca de algunos muy bonitos, y en el deterioro en muchas edificaciones del centro. Como si no las repararan en años. Sobre todo en las plantas más altas.
Como en otras ciudades del antiguo Bloque del Este, existen empresas que te hacen visitas guiadas por el “Budapest Comunista”. Aunque aquí, además de mostrarte cómo era la ciudad en ese período, también te muestran los lugares emblemáticos de la lucha húngara contra el comunismo.
No soy yo muy amante de este tipo de tours, pero creo que nuestros hijos necesitan saber la historia. Yo además, en muchas ciudades europeas, recomendaría visitar también la zona judía, para entender el horror que fueron esos años en Centroeuropa.
Otro punto a favor de estos tours en Budapest, a diferencia de los de otras ciudades del Este, es que no te hacen beber vodka ruso del malo, ni comida “comunista” a base de patata y carne.
Lo que sí ocurre en Budapest, como en casi todas las ciudades “ex-comunistas”, es la rigidez de los horarios y las normas. Aunque esto no tiene por qué ser necesariamente negativo. Son rígidos a la hora de cerrar, pero también son puntuales a la hora de abrir.
Tren de los niños
Una de las curiosidades que sobreviven de la época comunista, y que además de ser muy interesante ha sabido calar en el corazón de los húngaros y sobrevivir al colapso del régimen comunista, es el “Tren de los Niños”.
Todos los regímenes autoritarios se pirran por hacer organizaciones infantiles y juveniles a las que vestir paramilitarmente e inculcarles sus ideas. Esto es algo que no falla. Normalmente, todo esto venía acompañado de acampadas, ciudades de vacaciones para estas juventudes, actividades especiales, bandas de música, etc.
En el Bloque del Este, las juventudes de Lenin, con distintos nombres, como pioneros, luchadores, vanguardia, etc. afloraron como setas.
En Hungría no fueron una excepción. Una de esas actividades fue la creación de un “Tren de los niños”, con motivo de la creación de una “Ciudad de los Pioneros”. Dicho tren iba a ser operado sólo por niños. Por los mejores niños dentro de la organización.
El que trabajar en dicho tren fuera sólo para los mejores estudiantes, hizo que hacerlo fuera un motivo de orgullo para las familias y los niños.
En la actualidad el tren de los niños nos lleva a hacer un recorrido por los montes de la ciudad. Sigue estando llevado por niños, excepto los maquinistas, y es una de las principales atracciones turísticas de Budapest.
Toda la parafernalia e imagen comunista ha desaparecido. Incluso las corbatas, que obviamente eran rojas, han pasado a azul. Como antaño, trabajar en el Tren de los niños está reservado a los mejores y sigue siendo un motivo de orgullo para los implicados. En verano funciona a diario, y el resto del año, los fines de semana.
Continúa mañana…