La capital de Suiza no es la ciudad más poblada, pero Berna puede hacer gala de lugares y paisajes de enorme belleza, desde el montañoso Emmental, pasando por el Parque Natural prealpino Gantrisch, Oberaargau entre el Napf y el Jura o la ciudad histórica de Laupen. Seguramente, sea el entorno lo que anima la legendaria cordialidad de los berneses.
Texto: F. Álvarez Luque
Con cerca de 130.000 habitantes, Berna es la cuarta ciudad Suiza en cuanto a población, aunque tiene todas las características propias de la gran capital que es. Distinguida con el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Berna nos dejará una grata impresión por su encanto cosmopolita. Muchas agencias internacionales y organizaciones, junto con el gobierno federal suizo, tienen su sede aquí.
Es una cuidad fácilmente accesible. Está situada en el corazón de Suiza y de Europa, y resulta fácil llegar a la capital en coche, en tren o en avión hasta el aeropuerto de Bern-Pelp. Además, esa situación central, hace de Berna un lugar perfecto para tomar como base para visitar otros lugares en el país.
Antiguo y moderno
Berna tiene una forma especial de combinar lo tradicional con lo moderno. En la parte vieja de la ciudad seremos testigos de su arquitectura medieval, incluida la catedral y la torre del reloj, y además podremos hacer nuestras compras tranquilamente en los pasajes cubiertos, que nos protegerán de las inclemencias. Es una de las zonas comerciales cubiertas más largas del mundo, con con casi 6 kilómetros de boutiques de modas, bisutería elegante, mercados tradicionales, tiendas de segunda mano y todo lo que podamos imaginar. Obra del arquitecto americano Daniel Libeskind, es un extraordinario mundo de las experiencias, donde el wellness, los eventos y las compras se unen en armonía.
Muy cerca del centro de la ciudad, veremos ejemplos de arquitecturas con diseños contemporáneos, como el museo Paul Kleem, que, creado por el arquitecto italiano Renzo Piano, es una obra maestra que se funde con la naturaleza de una forma impresionante. Otros ejemplos son el estadio Wankdorf, y el complejo recreativo, Westside, diseñado por Daniel Libeskind.
Parque de Osos
Y con un simple paseo, podemos descubrir espacios que nos sorprenderán. Por ejemplo, el nuevo Parque de los Osos (BearPark), un parque de 6.000 metros cuadrados donde los osos campan a sus anchas, y que podemos contemplar gracias a un puente que lo cruza. Con un poco de suerte, los veremos a muy poca distancia, casi compartiendo espacio con ellos.
En nuestro apacible paseo, no deberemos pasar por alto la casa de Albert Einstein, un apartamento donde el científico vivió de 1903 a 1905, y que hoy acoge la mayor exposición del mundo sobre el genio.
Cada rincón de la ciudad nos invita a mirar un poco más allá, a observar y a descubrir detalles que son tesoros históricos. Como las fuentes renacentistas, los históricos edificios, la catedral gótica y las impresionantes vistas a la centro histórico desde el Rose Garden.
Para nuestros deambular, tendremos la complicidad de los propios habitantes de Berna, porque su forma de ser es parecida a la nuestra. Se toman la vida con una tranquilidad que no se observa en otras grandes ciudades. El término que ellos utilizan es deceleración (entschleunigung), y es todo un estilo de vida por el que se transita por el día a día a un ritmo más reposado, al modo mediterráneo.
Eventos
Berna acoge numerosos eventos, como el Festival Internacional de Jazz, el legendario festival Gurtenfestival, en las montañas locales, el carnaval de Berna y el tradicional mercado de la cebolla (Zibelemärit), todo con la belleza del telón de fondo de la ciudad.
Los habitantes de Berna están muy orgullosos de lo que ellos consideran la orilla más bonita del mundo, la orilla del Marzili, donde se reúnen cada verano numerosos bañistas. Los berneses aún recuerdan con entusiasmo el verano del 1978, en el que Berna fue la primera ciudad en levantar la prohibición del “topless”. Esta novedad se extendió como un reguero de pólvora y desde entonces el Marzili se ha convertido en el punto de encuentro con más carisma de toda la ciudad, donde se disfruta de la vida con una buena cerveza fría en las manos.
En la mesa
La gastronomía suiza se disfruta en los muchos restaurantes que sirven los platos más tradicionales, aunque también podemos elegir muchos otros que se decantan por especialidades internacionales. En los autóctonos, podemos disfrutar de la cocina local, como el rosti bernés (Bernese Rösti), el plato bernés (Berner Platte) o el trenzado de pan bernés (Berner Züpfe). Por supuesto, Berna tiene un lado muy dulce, como corresponde a una ciudad suiza: el famoso chocolate suizo, Toblerone, con su característica forma triangular, y que tuvo origen en Berna hace unos 100 años.
No nos olvidamos el queso, claro. Tenemos que visitar la localidad de Emmental, en la región de Berna, para descubrir el verdadero sabor del famoso queso agujereado. Descubriremos además el agradable paisaje de colinas, las místicas historias y la famosa hospitalidad que hacen de Emmental un lugar único. Aquí podemos disfrutar de la naturaleza en estado puro y descubrir verdaderos secretos, como el del queso Emmentaler. Sobre el fuego o en un moderno quesero, en la quesería de exhibición, de unos 17 500 m2, veremos de cerca todo el proceso de fabricación.
Aire puro
Y si queremos tomarnos un pequeño respiro de la ciudad, nada mejor que la montaña local de Berna, a 864 metros de altitud, que nos invita a pasar unas horas más que divertidas. No está permitido subir en coche, pero es muy fácil llegar gracias al funicular Gurten. Construido en 1899, fue en su día el más rápido de su clase en Suiza, ha transportado a unos 30 millones de pasajeros desde entonces. Desde 1999, se han añadido nuevos vagones panorámicos que nos permite apreciar mucho mejor las vistas mientras subimos.
Una vez en la montaña, podemos disfrutar de un reconfortante paseo entre caminos de flores y bosques verdes. Es perfecto para visitar en familia, porque hay una gran zona de parques infantiles, en una inmejorable ubicación, justo encima de un bucólico mar de niebla.
Si nos alejamos un poquito de Berna, no muy lejos, podremos seguir profundizando en el conocimiento de la naturaleza del lugar. En el Parque Natural de Gantrisch se extienden grandes bosques con pueblos idílicos, cortados por profundos cañones. En este paisaje digno de protección, declarado Parque Natural Regional, hay mucho por descubrir: desde especies de plantas y animales poco frecuentes hasta una gran oferta deportiva, como el Gantrisch (2175 m de altitud). Quien prefiera la tranquilidad, puede disfrutar de los exquisitos productos del Gantrisch o recuperar energías en los centros culturales.
Imprescindibles en familia
Bernaqua – Water Park & Spa
Un mundo de agua y puro entretenimiento nos espera en Bernaqua, el centro de wellness y relajación más grande de Suiza. Cuenta con cerca de 2.000 metros cuadrados de áreas acuáticas, tres toboganes gigantes y 18 piscinas que nos invitan a nadar, jugar, explorar y relajarnos. No dejéis de probar los toboganes cubiertos más largos de Suiza. Todos encontraremos nuestra diversión aquí: la piscina del río, las piscinas infantiles, el cañón de agua salvaje y mucho más
El Museo de Niños Creaviva
Esta es la casa de la creatividad viviente. Los pequeños pueden dejar fluir sus propias ideas y hacer uso de las tecnologías y temáticas del centro para experimentar y aprender mientras interactúan. El destino final de estos viajes creativos dependen de uno mismo. El descubrimiento es siempre la meta.
Parque Zoológico Dählhölzli
Entre el río Aare y el bosque Dählhölzli se ubica este fantástico parque zoológico. La gran variedad de especies aquí incluye animales exóticos, como el lagarto basilisco que podemos ver en el vivero tropical. También podremos visitar un interesante mariposario, y contemplar especies europeas, como las nutrias, bueyes almizcleros, linces, lobos, alces, renos y bandurrias.
Museo de la comunicación
La variedad de actividades interactivas es el gran atractivo de este museo concebido para toda la familia. Es el único museo de suiza dedicado exclusivamente a la historia y desarrollo de la comunicación en toda su amplitud, desde el lenguaje corporal, hasta los sellos de correos, incluyendo el intercambio de información a través de los medios más antiguos así como los más modernos. Este museo se distingue por sus exposiciones interactivas y juegos, que permiten a los niños de todas las edades familiarizarse con los instrumentos de una forma práctica y directa.
Tren Kambly
Este tren es fruto de la colaboración entre Kambly, uno de los fabricantes de galletas más conocidos de Suiza, y la empresa de trenes BLS AG. El nuevo tren Kambly viaja entre Berna y Lucerna, y transporta a los pasajeros directos al parque de aventura Kambly, de jueves a sábado. Allí podremos ver cómo trabajan los maestros pasteleros tostando más de 100 tipos de galletas, descubrir algunos de los secretos la pastelería más fina y, simplemente, disfrutar de un buen momento en familia.