La Serra de Tramuntana se despliega como un tesoro que la naturaleza regala a todo el que la visita. Ubicada al norte de la isla de Mallorca, atraviesa 19 municipios, que a veces se abren al mar con calas recónditas y algún arenal. Todo un espectáculo de la naturaleza que nos encantará descubrir en familia.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011, el paisaje armonioso de la sierra es único en el mundo, donde la intervención humana se integra a la perfección con las formas naturales del terreno.
Paisajes para recorrer
Este paisaje, surcado por cientos de caminos, atrae a senderistas de todas las nacionalidades que realizan tramos de la Ruta de la Pedra en Seco. Se trata de un sendero de gran recorrido que permite descubrir los paisajes construidos con la técnica de la piedra en seco de la Serra, y conocer las tradiciones, arquitectura, gastronomía y artesanía locales. La ruta tiene varios kilómetros a lo largo de los que se encuentra una red de refugios donde pernoctar.
La pedra en sec es una técnica constructiva que no utiliza argamasa, basada en el encaje perfecto de piedras realizado por los margers, artífices de un paisaje secular.
El embalse de Cúber es, también, un paraje ideal para hacer senderismo, quizás más adecuado que el anterior si vamos con niños más pequeños, porque su dificultad es muy baja. Hablamos de un embalse que abastece a la ciudad de Palma de Mallorca. La ruta bordea dicho embalse, en un recorrido llano, que nos permite ir conociendo la vegetación e incluso algunos animales, como cabras y vacas, algo que le encantará a nuestros hijos.
Desde Sant Elm, podemos contratar un pequeño ferry, para llegar hasta la isla de Sa Dragonera, un paraje virgen y cuya afluencia está muy limitada para paliar los impactos de su visita. Realmente merece la pena llegar a ella y hacer un poco de senderismo, por los senderos de tierra que encontraremos. Una peculiaridad es la gran cantidad de lagartijas, también conocidas como “sargantanas“, que encontraremos, y que continuamente nos saldrán al paso. Sorprende que no sean tan huidizas como las que acostumbramos a ver en otros parajes.
Pueblos entrañables
En la sierra se alternan grandes pueblos como Sóller, Andratx y Pollença con pequeñas aldeas como Orient, Biniaraix o Llucalcari. Son localidades todas que han sabido conservar su enorme patrimonio arquitectónico y cultural.
Junto al mar se sitúan los núcleos turísticos, antiguas aldeas de pescadores, de Sant Elm, Port de Sóller o Port de Pollença. Aquí hacemos un pequeño inciso para recomendaros una pequeña aventura con encanto en familia. Se trata de viajar desde Puerto de Sóller hasta Sóller, o viceversa, en un tranvía de madera, que circula lentamente por parajes impresionantes.
Merece la pena descubrir las poblaciones de la sierra recorriendo en coche las carreteras que las comunican, trayectos que revelan paisajes de montaña que a menudo confluyen con el mar. Se encontrarán pueblos de interior como Puigpunyent, a los pies de la montaña del Galatzó, la idílica aldea de Orient, con vistas panorámicas desde la iglesia, Esporles o Bunyola, que mantienen su sabor tradicional.
Hacia el mar se abren Banyalbufar y Estellencs, con la costa jalonada de bancales donde todavía crecen viñas y tomates de ramellet, variedad local de secano.
Más al norte y en mitad de un valle aparece Valldemossa, pueblo marcado por la presencia de la Cartoixa o cartuja, donde se pueden visitar varias estancias y las celdas que ocuparon Chopin y George Sand.
En Deià encontramos una población mítica que crece a la sombra de la montaña del Teix, con un ambiente cosmopolita aportado por artistas y extranjeros que han fijado aquí su residencia. Abundan los buenos restaurantes y las tiendas de ropa artesana o exótica. Conviene subir hasta la iglesia, junto a la que hay uno de los cementerios más hermosos del Mediterráneo, donde reposa Robert Graves.
Las calles de la comercial ciudad de Sóller están flanqueadas por casales señoriales de los emigrantes que hicieron fortuna en América o Francia. El Modernismo y el historicismo son emblemáticos de los edificios del Banc de Sóller y la iglesia de Sant Bartomeu, ambos en la animada Plaça de sa Constitució.
En Pollença, encontramos un pueblo amante de sus tradiciones, se enorgullece de hitos locales como la iglesia del Calvari —a la que se accede después de subir 365 escalones o por carretera—, el puente romano o Pont Romà y el Convent de Sant Domingo. Por el centro histórico, enormes casales y pequeñas tiendas de artesanos joyeros y ceramistas.
De entrañable podríamos calificar Fornalutx. Vale la pena pasear por sus calles empedradas mientras admiramos su patrimonio arquitectónico, que conserva intacto. Algunas casas muestran en los aleros tejas pintadas, una antigua tradición que se explica en el museo local de Can Xoroi.
Junto al mar
La Serra de Tramuntana se asoma al mar con calas recónditas, pequeños arenales o acantilados de gran altura. Las calas más populares deben su fama al paisaje que configuran, como sa Calobra, a la que se accede por una carretera sinuosa. Se alternan orillas sembradas de cantos rodados, como Cala de Deià, playas de ambiente familiar, como Cala Banyalbufar o Cala d’Estellencs, y largos arenales de reminiscencias paradisíacas, como la playa del Pi de sa Posada, popularmente conocida como playa de Formentor.
A algunas calas se puede acceder a pie o en coche desde las poblaciones que las cobijan, como cala Banyalbufar, con un chiringuito que abre en los meses de verano, o cala Estellencs, con el buen ambiente que aportan vecinos y veraneantes. A la playa del Port de Valldemossa, pequeño núcleo de veraneo con restaurante, se llega por una carretera sinuosa que conviene recorrer con mucha precaución. También requiere calma la carretera que conduce a la glamurosa playa de Formentor, donde los pinos casi besan el agua, con el ambiente chic que desprende el hotel del mismo nombre situado en sus inmediaciones.
Los principales centros turísticos, frecuentados por familias al disponer de todo tipo de servicios, se localizan en Sant Elm, cerca de Andratx y con privilegiadas vistas al islote de sa Dragonera, el Portde Sóller —con las playas urbanas d’en Repic y des Través—, el Port de Pollença, con un largo arenal y un Paseo Marítimo sembrado de bares y restaurantes, y Cala Sant Vicenç, pequeño núcleo vacacional formado en realidad por cuatro calas.
Deportes náuticos
En todas las localidades mencionadas anteriormten se encontrará una buena oferta para la práctica de deportes náuticos.
Acceder a estos deportes en el mar es realmente sencillo. Un ejemplo es el Port de Pollença, donde su gran arenal acoge pequeñas casetas con ofertas de Kayak y otras actividades para practicar en familia. Simplemente, nos podemos dirigir a estos lugares y contratar in situ la actividad que más nos convenga en el horario que elijamos. Nada más divertido y gratificante para practicar deporte en familia.
El Port de Pollença es una localidad turística y residencial, donde se puede disfrutar de playas de arena con poca pendiente que se alternan con zonas de rocas. Vale la pena pasear junto al mar, contemplando viejas casas de veraneo con pinos centenarios que hunden sus raíces en la arena. Zona muy popular entre los practicantes de kite surf y otros deportes náuticos. Del puerto parten embarcaciones que recorren los acantilados de Formentor.
Los paisajes de la Serra
Entre las mil estampas de la Serra de Tramuntana se encuentra la playa de sa Calobra. Se accede por una carretera de 14 kilómetros con numerosas curvas, doce de ellas de 80o y una, conocida como Nudo de la Corbata, de 360º.
Santuario de Lluc
Corazón espiritual de Mallorca, donde se venera a la Verge de Lluc y actúa la magnífica escolanía de los blauets.
Paseo por Valldemossa
Conviene perderse por las calles empedradas de Valldemossa, a menudo adornadas con macetas, con casas que lucen baldosas referidas a la vida de la santa local, Catalina Tomàs. Y, por supuesto, visitar la Cartoixa.
Mirador de Formentor
En la serpenteante carretera de Formentor se sitúa un mirador sobre los verticales acantilados en los que finaliza la Serra de Tramuntana, con vistas al islote Colomer, pintado por innumerables artistas.
Parque Natural de s’Albufera
Paseo a pie o en bicicleta por la principal zona húmeda de Mallorca, mundo de agua insólito en una isla a menudo golpeada por la sequía. Lagunas y canales donde viven o recalan aves de todo el mundo, que pueden contemplarse desde las casetas de observación.
Agencia de Estrategia Turística de las Islas Baleares
Consell de Mallorca