A primera vista, parece uno de esos lugares idílicos para disfrutar en pareja. Pero, más allá del ‘dolce far niente’ en sus maravillosas playas y calas de aguas cristalinas, Formentera es también un paraíso para las familias que quieran disfrutar, por fin, de unas bien merecidas vacaciones de verano.
Paseos en bici o pequeñas caminatas a pie por una isla prácticamente llana, avistamiento de aves, rutas en kayac descubriendo rincones ocultos de su costa e incluso parques con columpios y juegos para los más peques la convierten en el lugar ideal para que disfrutemos de unas vacaciones de verano que parecían inalcazables.
Bienvenidos al paraíso pitiuso
Las bicicletas no son (solo) para el verano. Cualquier momento es bueno para ir en bici, que tanto encanta a nuestros hijos. Pero para disfrutar de ellas en cualquier época del año hace falta un lugar que, por su clima y su orografía, permita dar rienda suelta al pedaleo admirando la naturaleza en estado puro. Un lugar… ¡como Formentera!
La menor de las Pitusas, cuarta en extensión del archipiélago balear, es el escenario perfecto para unas vacaciones o una escapada en familia. Con una superficie de apenas 83,2 km2 y una distancia máxima de casi 20 kms entre La Savina –su única puerta de entrada, marítima– y el Pilar de la Mola, en el extremo este, la convierten en muy manejable. Por si esto fuera poco el ser casi llana la hace aun más asequible. Apenas tiene dos elevaciones, rodeadas de acantilados: Cap de Babaria, al suroeste, y la meseta de la Mola, al este. Allí precisamente se halla el punto más elevado de la isla, Sa Talaiassa, con solo 192 metros de altitud.
Descubrimientos en familia
La aventura de descubrir Formentera comienza en el mismo instante en que las familias suben al ferry que les llevará a la isla. Normalmente desde Ibiza (aunque también haya uno que parte de la alicantina Denia, de abril a octubre), su hermana mayor y puerta aérea a las Pitiusas. El trayecto entre ambas apenas dura media hora; un plácido paseo por mar mientras la Pitiusa menor se va agrandando ante nuestros ojos. Y una vez desembarcados en La Savina… ¡a montar en bici! La propia o una de alquiler. Las hay a cientos, y son un medio muy adecuado ahora tras la pandemia. Además, el pasado año entró en vigor una normativa que limitaba la entrada de los vehículos a la isla en temporada alta. Una medida pionera que ha convertido a Formentera en un ‘Laboratorio de sostenibilidad’, ejemplo para otros destinos, demostrando que es posible encontrar el equilibrio entre protección del medio ambiente y bienestar, tanto de residentes como de visitantes.
Uno de los primeros lugares de obligada visita es Ses Illetes, no en vano suele figurar entre las mejores playas del mundo y el pasado año fue elegida la cuarta mejor de Europa por el Tripadvisor Traveller’s Choice. Está al norte de la isla, en el Parque Natural de Ses Salines de Eivissa y Formentera, espacio protegido desde 2001. Más de 450 metros de playa que se dividen en dos por una pequeña zona rocosa en medio. Sus aguas tranquilas, poco profundas y cristalinas, son ideales para que los padres puedan disfrutar de relajadas jornadas playeras mientras sus hijos entran y salen del mar sin peligro. Ses Illetes enlaza con la playa de Llevant y, más al norte de esta estrecha lengua de arena, se llega a su extremo septentrional, desde el que contemplar el islote de Espalmador, a muy poca distancia: los 100 metros del Pas des Trucadors.
Una típica construcción isleña enclavada en la Reserva Natural de Ses Salines, una casita rural en el campo o un alojamiento en algunos de los núcleos urbanos, a no más de 20 minutos en coche del punto más alejado, permiten disfrutar de una estancia familiar en entornos naturales únicos y con todo tipo de actividades por tierra y por mar.
Rutas verdes
Al sur de Ses Salines se abre la mayor de las dos lagunas de Formentera, el Estany Pudent, otra área natural protegida, de 3,5 kms. Recorrer a pie o en bicicleta el camino de Es Brolls, que lo rodea, permite otra actividad que encantará a las familias: observar de cerca diferentes especies de aves –entre ellas los coquetos flamencos– que allí se citan. El camino des Brolls, de gran riqueza biológica y singularidad paisajística, confiere a este espacio un gran potencial ecoturista y es ideal para el avistamiento de aves. Por ello en este 2020 se creará un punto de observación, así como una señalización específica de Ruta Birding.
Formentera cuenta con 32 Rutas Verdes, caminos entrelazados que suman más de un centenar de kilómetros, la mayoría accesibles pedaleando. Cuatro son ideales para familias. La Ruta 1, ‘Camino de sa Guia hasta es Trucacords’, tiene 3,4 kms que pueden hacerse en 15 minutos (bicicleta) o 50 (a pie). Conduce al extremo norte y permite admirar un paisaje de sabinas y vegetación dunar, junto a aguas turquesa. La Ruta 2, ‘Camino des Brolls’, consta de 4,5 kms y tiempos de 25 minutos (bici) o de 70 minutos (a pie). Rodea el Estany Pudent. La Ruta 8 lleva hasta el ‘Cabo de Barberia’ al cual se llega después de 2,5 kms desde el parking. Son 10 minutos en bici o media hora a pie hasta el Faro de Es Cap y la torre de vigilancia des Garroveret. El lugar es ideal para ver las mejores puestas de sol de la isla. Y tiene un ritual que encantará a los hijos: acceder por un agujero a una cueva subterránea, con sobrecogedoras vistas al mar. Finalmente cabe destacar la Ruta 25 o ‘Camino de sa Pujada’. Es la más difícil y no apta para hacerla en bici… pero vale la pena. Son 4 kms para superar un desnivel de 161 metros, partiendo de Es Caló, por el camino que se utilizaba para subir a la Mola cuando no existía la actual carretera. Tiene el aliciente de admirar las mejores vistas panorámicas de la isla.
Lugares especiales
Una vez en la Mola, lo ideal es visitar el pueblo más al este de la isla, el Pilar de la Mola. Muy pintoresco, destila un aire hippy: el de su famoso mercadillo artesanal que se celebra de mayo a octubre los miércoles y domingos tarde. Un lugar ideal para regalos familiares, desde bisutería y joyas a alpargatas, vestidos, piezas de cerámica o cristal, cuero, pinturas, caricatura… La carretera conduce al otro gran faro, con espectaculares vistas sobre los acantilados desde los que admirar los mejores amaneceres. Este faro es un espacio cultural abierto a diario, excepto lunes. Un lugar muy especial para los hijos, pues aquí el escritor francés Julio Verne, mito de la literatura de aventuras, ambientó una de sus novelas, ‘Hector Servadac’, como certifica un monolito.
Para un chapuzón con niños, al margen de Ses Illetes, las mejores playas son Cavall d’en Borràs, al norte; Cala Saona, una bahía natural protegida por acantilados bajos, al oeste; Ses Canyes, en Es Pujols, y Ses Platgetes, en Es Caló, al norte; y Es Arenals, al sur en la zona playera de Migjorn, la más larga de la isla. Además, esta última y la de Es Pujols son playas adaptadas para personas con movilidad reducida.
Los más pequeños también podrán disfrutar de lugares de recreo como parques con columpios y juegos en La Savina, Es Pujols (la mayor zona hotelera) o Sant Francesc, la capital de la isla. Tiene un precioso conjunto historico que arropa la plaza de la iglesia, un edificio de curiosa estructura pues fue planteado como fortaleza defensiva además de templo religioso para protegerse de la piratería. A las afueras hay un par de molinos: Molí d’en Mateu y el Molí d’en Jeroni. Aunque el mejor conservado de los seis que quedan en la isla es el Molí Vell, en La Mola, cuyo interior restaurado puede visitarse en verano.
La buena mesa
Tras tanta actividad, terrestre y marítima, no viene mal un respiro para sentarse a la mesa y degustar la cocina de Formentera inspirada en el Slow Food, gastronomía tradicional con productos autóctonos, vino de la tierra…¡y mucho sabor! Con platos como la Ensalada payesa (con peix sec), el Frito de pulpo, el Sofrito payés (con carne y patatas) o el Bullit de Peix (guiso de pescado con patatas). Además, para ayudar a los visitantes a localizar los productos autóctonos se ha editado el mapa ‘Formentera Slow Food’, en papel y accesible también desde los smartphones
Naturaleza, actividades al aire libre, playas, molinos, gastronomía… un sinfín de experiencias para disfrutar en familia, todas muy próximas unas de las otras, en apenas 83,2 km2, un suspiro. Es la grandeza de ese paraíso familiar.
Actividades diferentes
Las actividades terrestres no se ciñen solo a las rutas en bicicletas o a pie sino también a los paseos a caballo. Hay dos excursiones que tienen como punto de partida el Centro Hípico situado entre La Savina y Sant Francesc. Una corta, para poco expertos, que dura una hora y transcurre por el Estany des Peix. Y otra más larga, para quienes ya sepan montar a caballo, dura dos horas. Se hace al atardecer, para llegar a Cala Saona coincidiendo con la puesta de sol.
Pero Formentera, como isla, tiene en el mar multitud de otras actividades para disfrutar en familia de sus 69 kms de litoral. Un fantástico paisaje natural que, desde el mar, adquiere una nueva dimensión. Hay cursos de iniciación al kayak, vela, windsurf, paddle surf, bautismos de buceo… Más relajado es alquilar una embarcación (con o sin patrón) para acceder a los lugares más sorprendentes y practicar snorkel. Y haciendo submarinismo se puede admirar uno de los tesoros ocultos de Formentera: la mayor pradera de Posidonia Oceánica del Mediterráneo, con una superficie de 700 km2, Bien Natural por la UNESCO desde 1999. Al estar en peligro de extinción, Formentera lanzó un proyecto solidario de micromecenazgo, Save Posidonia Proyect, que consiste en apadrinar metros cuadrados de esta planta, a partir de 1 euro el m2.