Viajamos al parque natural más pequeño de Andalucía: Despeñaperros, donde el río creó el paso natural entre la meseta castellana y Andalucía. La magia íbera y sus pinturas ruprestres demuestran, a través de la historia, el punto estratégico que hoy día sigue siendo Despeñaperros.
Jaén es una tierra de contrastes. Sierras escarpadas tupidas por flora y fauna silvestre, campiñas y vegas dedicadas al cultivo del olivar, zonas fluviales de gran importancia ecológica… Andalucía cuenta actualmente con 156 espacios naturales protegidos que, en conjunto, abarcan nada menos que 1,8 millones de hectáreas, lo que supone más del 20 por ciento de la superficie de Andalucía. En esta ocasión visitamos Despeñaperros, cuyas 7.649 hectáreas fueron declaradas Parque Natural en 1989.
La erosión del río Despeñaperros creó este paso natural que conecta la meseta castellana con Andalucía. Pese a ser uno de los parques naturales con menor superficie de Andalucía, concentra un extraordinario patrimonio geológico, natural e histórico. Sus desfiladeros han sido el escenario de diferentes episodios épicos como la batalla de Las Navas de Tolosa, que daría un impulso definitivo a la Reconquista cristiana de España. La acción del río Despeñaperros ha originado espectaculares paisajes: desde Los Órganos, que debe su nombre a las grandes formaciones de cuarcita de gran dureza en forma de tubo, hasta el Salto del Fraile y Las Correderas dos impresionantes formaciones de gran valor geológico. Y si el visitante se queda con ganas, otro lugar de interés es el paraje natural de la Cascada de La Cimbarra, cerca de la localidad de Aldeaquemada. Sobre un sustrato de cuarcitas, areniscas y pizarras (en las que es frecuente encontrar fósiles) se localiza este espacio protegido caracterizado por su accidentado relieve, el Paraje Natural de la Cascada de la Cimbarra.
Despeñaperros, la puerta de Andalucía
La antigua ruta habitual que hacían las Diligencias Reales es, hoy en día, la carretera A-4 que une Madrid con Andalucía. Esta puerta a Andalucía cruza el Parque Natural que cuenta con un desvío para la localidad de Santa Elena, el único municipio del área protegida, y por tanto, la entrada natural al parque. Quien ha tenido la oportunidad de adentrarse a la provincia por la A-4 conocerá de sobra este entorno agreste de paredes casi verticales, y profundos cañones. La altitud media del parque se encuentra en torno a los 700-800 metros.
En las umbrías de estos cortados, habitan interesantes especies vegetales como el rebollar de la umbría del Collado de la Estrella. La vegetación del Parque Natural de Despeñaperros es el bosque mediterráneo, con predominio de encinas y alcornoques, pero también quejigos, robles melojos y pinos (piñonero, carrasco y negral). El matorral es de madroños, brezos, jaras, mirtos y coscojas. También merecen mención los bosques más umbríos y húmedos, con alisos, fresnos y sauces. Además en el Parque Natural existen 30 endemismos únicos en el mundo y otras especies únicas en la Península Ibérica. Destacar la escasísima Centaura citricolor, un cardillo endémico del que solo se conocen cuatro poblaciones en Andalucía, todas ellas en el interior del parque.
En cuanto a la fauna, a nivel ornitológico destacan el águila imperial, el buitre leonado, los pequeños verdecillos, roqueros y collalbas. Aunque el número es escaso por la desaparición de su hábitat característico y por la persecución que han sufrido durante años, todavía es posible encontrar en este paraje al lince ibérico o al lobo. También frecuentes son el zorro, el meloncillo y el gato montés. Entre otras menciones Despeñaperros constituye uno de los parques cinegéticos más importantes de España.
Rutas verdes por Despeñaperros
El senderista puede disfrutar de la flora y la fauna jiennense a través de las rutas verdes como la que recorre el Barranco de Valdeazores, donde predomina el monte mediterráneo con perales silvestres, madroños y durillos que dan a este espacio natural, distintos colores durante el otoño y la primavera. La ruta por el Collado de la Estrella es un deleite para la vista por sus tonalidades cromáticas procedentes del robledal de quejigos y melojos.
En las zonas más soleadas del Parque Natural de Despeñaperros, en cambio, la reina es la encina que se entremezcla con el pino, la coscoja o la jara. En esta densa vegetación encuentran refugio el ciervo o el jabalí, especies aprovechadas cinegéticamente y que comparten el hábitat con majestuosas rapaces, como las ya nombradas águila imperial o buitre leonado.
Y es que en Despeñaperros no solo hay naturaleza viva. La historia está impregnada en sus tierras. La antigua calzada romana empedrada forma parte del legado del pasado en Despeñaperros. El visitante puede recorrerla gracias al Sendero del Empedraillo donde, quien llegue con apetito, se topará con una rica gastronomía, basada en los productos típicos de la Sierra como carnes de caza mayor o menor, setas, sobre todo níscalos, y espárragos. ¡Auténticos manjares para el paladar!
Su estratégica ubicación ha hecho que numerosas culturas hayan poblado esta zona a lo largo de la historia. Todas ellas han dejado su marca personal en Despeñaperros. Los más conocidos son los íberos que han dejado huellas como estatuillas de bronce o «muñecos» como los conocen los lugareños. Estas ofrendas religiosas se llevaban a cabo en lugares considerados sagrados como el Santuario del Collado de los Jardines, donde se encuentra la Cueva de los Muñecos.
El visitante también podrá encontrarse con muestras de arte rupestre, que confirman la percepción mística que el hombre antiguo tuvo de Despeñaperros. Desde las pinturas del Santo a las de Vacas del Retamoso. Pero lo mejor es que el visitante se adentre y descubra con sus propios ojos la belleza y la historia de este paraje incomparable.
Texto: GEO
[…] de Alemania; Sierra Mágina, la Sierra de Andújar y ese minúsculo trocito de cielo y piedra que es Despeñaperros, puerta de entrada y salida al […]