Quizá Benicàssim nos suene siempre a destino vacacional de playa pero la verdad es que esta localidad tiene mucho que ofrecer en especial a las familias. La historia de la zona se conjuga con la belleza de su naturaleza autóctona, lo que sumado a las actividades de turismo familiar creadas especialmente para nosotros hacen que Benicàssim sea un lugar perfecto para una escapada en cualquier momento del año.
Un poco de historia y cultura
Comencemos conociendo los orígenes de Benicàssim, feudo árabe durante la Edad Media que acabó conirtiéndose en el siglo XIX en uno de los lugares preferidos por la burguesía valenciana para descansar y tomarse un respiro, convirtiéndose así en una ciudad pionera en cuanto al turismo en la costa mediterránea española. Debido a su variada historia, Benicàssim dispone de una gran riqueza histórica y artística representada en varios conjuntos arquitectónicos que descubriremos dando paseos por sus calles. El suave clima de la zona nos acompañará.
Uno de los monumentos que tenemos que conocer es la Iglesia de Santo Tomás de Villanueva, una parroquia neoclásica de marcado carácter racionalista señalado en sus líneas rectas, la armonía de su construcción y la ausencia de decoración barroca que se suelen ver en otras iglesias valencianas. Sin duda, resulta una llamativa lección de Historia del Arte para nuestros hijos y también para nosotros mismos.
Otra de las joyas de Benicàssim es la Torre San Vicente, construida en el siglo XVI y situada en el paseo marítimo Bernat Artola cerca de la Olla de Benicàssim, una cala resguardada en la que solían desembarcar los corsarios y berberiscos en sus ataques a las poblaciones costeras. De hecho, esta torre se construyó precisamente para proteger a los habitantes de Benicàssim, una historia que sin duda les va a encantar a los niños y, ¿por qué no?, también a los mayores.
Continuando nuestro viaje por la historia de Benicàssim llegamos a las ruinas del Monasterio Carmelita en el Parque Natural del Desierto de las Palmas. El antiguo Monasterio se sitúa en un llano entre barrancos y está rodeado del encantador paisaje mediterráneo. Sin duda, es uno de los parajes más bellos de la zona que nos dejará encandilados con la santidad y la sencillez que desprende y que invita a disfrutar unos instantes de su serenidad. Los carmelitas que lo habitaban tuvieron que abandonarlo a finales del siglo XVIII debido a las lluvias torrenciales y movimientos de tierra, por lo que se construyó un nuevo monasterio sobrio y elegante pero igualmente integrado en un entorno natural inspirador.
Y si visitamos el Monasterio Carmelita no podemos dejar de ver sus museos. Uno de ellos es el Museo de Arte Sacro que recoge piezas significativas de varios conventos de la orden carmelita no solamente de España sino de toda Europa. El otro museo es el Museo Bodegas Carmelitano, ubicado en el casco antiguo de Benicàssim desde el año 1912, y lugar en el que se elabora el conocido Licor Carmelitano y Moscatel siguiendo el proceso artesanal. Allí descubriremos las distintas botellas que se han utilizado a lo largo del tiempo así como la maquinaria y los utensilios usados por los carmelitas para la fabricación de sus vinos y licores.
Turismo activo todo el año
El clima y la orografía de Benicàssim son perfectos para realizar deportes al aire libre durante todo el año al mismo tiempo que disfrutamos de la naturaleza en familia. La ruta cicloturística es ideal para ponernos en forma todos juntos ya que tiene un desnivel mínimo y cuenta con varias zonas de descanso para tomar un refrigerio o simplemente para pararnos a contemplar el paisaje que nos rodea.
Otra de las rutas recomendadas para los amantes del ciclismo es la Vía Verde del Mar, situada sobre la antigua línea férrea que conectaba Benicàssim con Oropesa. Son 6 kilómetros en los que disfrutar con el paisaje de la costa y también con la flora y fauna del lugar ya que se trata de una zona calificada como LIC, Lugar de Importancia Comunitaria, al albergar una microreserva junto a la Torre Colomera.
Además, podemos recorrer el Parque Natural del Desierto de las Palmas, a pocos kilómetros de Benicàssim y con una gran riqueza faunística, vegetal y paisajística. Podemos aprovechar este paseo para visitar el Monasterio Carmelita, el Castillo de Montornés, el Castell Vell y la ermita de la Magdalena entre otros monumentos para combinar la naturaleza de la región con su historia y cultura. En el parque natural hay nueve rutas de senderismo y también tres rutas de BTT que nos permitirán descubrir este hermoso paraje natural a nuestro ritmo.
Por último y para los más deportistas, en la playa Els Terrers encontramos las instalaciones perfectas para practicar vela, windsurf o piragüismo. En Benicàssim también podremos alquilar bicicletas, jugar al fútbol en un campo de hierba natural y practicar tenis, pádel y frontón.
La Ruta de las Villas: arquitectura y jardines para soñar
Como ya hemos dicho antes, en el siglo XIX y gracias a Joaquín Coloma Grau, Benicàssim se convirtió en destino vacacional para muchos miembros de la burguesía valenciana que acudían a esta región en busca del sol y las bondades de las aguas de sus playas. De hecho, esta zona llegó a ser conocida como “el pequeño San Sebastián” o “el Biarritz valenciano” en la primera mitad del siglo XX.
Hoy día podemos conocer estas pequeñas y encantadoras construcciones gracias a la Ruta de las Villas. Este recorrido se divide en dos zonas llamadas el Infierno y la Corte Celestial separadas por el Limbo, la zona de playa que las separa. Estos nombres surgen derivados de las actividades que realizaban los huéspedes de estas villas. En el Infierno solían estar los más animados e inquietos, los burgueses valencianos que celebraban fiestas llenas de glamour hasta altas horas de la madrugada. En la Corte Celestial se alojaban las gentes más tranquilas y se caracteriza porque la mayoría de las viviendas tienen nombres de santas.
Una estupenda oportunidad para visitar la Ruta de las Villas es en septiembre durante la celebración de Benicàssim Belle Époque, un fin de semana de recreación histórica de los años 20 en los que veremos coches clásicos de la época, atuendos típicos y desfiles militares además de disfrutar de los productos de los artesanos locales y un sinfín de actividades para toda la familia.
Emociones fuertes para todos
Las familias más aventureras y que buscan adrenalina también tiene su sitio en Benicàssim. Para empezar, podemos ir al minigolf o a la bolera para después ir a conducir un Kart o deslizarnos por los toboganes del Parque Acuático Aquarama. Además,tenemos a nuestra disposición el Skatepark, un circuito preparado para la práctica de skateboard, patines o bicicleta acrobática, algo que a entusiasmar a los adolescentes de la familia.
Otro lugar en el que vivir experiencias es el Parque «El Trenet», formado por un circuito de trenes en miniatura en el que los niños acompañados de sus padres podrán conocer la afición al modelismo ferroviario y, al mismo tiempo, disfrutar de las instalaciones.
Los más pequeños de la casa
Si tenemos chiquitines en nuestra familia también hay sitio para ellos en Benicàssim, como por ejemplo en las diferentes actividades que se programan dentro del evento «Benicàssim ¡Torre a la Vista!», que tiene lugar en Semana Santa, y que supone una ocasión idónea para acercar la historia a los más pequeños. A través de representaciones de títeres, lucha de espadas, leyendas del mar o búsquedas del tesoro, entre otros, se tratará de exponer el valor histórico y patrimonial de la Torre San Vicente.
En el mes de mayo se celebra el Formigues Festival. Se trata de un festival de música dirigido a niños de 0 a 12 años y pensado para el disfrute de toda la familia, ya que fue creado por toda una generación de padres de Benicàssim.
Además, en el mes de julio tiene lugar el Festival de Magia «Imagina Benicàssim», en el que están representadas la magia infantil, la magia cómica, la magia familiar y la magia de grandes ilusiones.
«Imagina Benicàssim» es una cita para la alegría y el optimismo, para la risa, para la diversión más auténtica, para el ocio más diverso, para el misterio, para la ilusión de los más pequeños. Y todo acompañado por la magia del entorno, en Anfiteatro Pepe Falomir Almela, en la Playa Torre San Vicente.
Y por supuesto, las playas
No podemos despedirnos de Benicàssim sin hablar de sus playas en las que, como hemos visto, podemos hacer mucho más que darnos un chapuzón ya que en ellas hay actividades todo el año. Además, han conseguido varios galardones de reconocimiento internacional otorgados solamente a playas con niveles máximos de calidad ambiental en las que se respetan los recursos naturales.
Son varias las playas en las que podemos disfrutar con nuestros hijos como por ejemplo, la playa Heliópolis, donde comienza la ruta cicloturística que conecta con la Vía Verde del Mar hasta Oropesa. En la playa Els Terrers podemos pasear hasta el mirador para disfrutar de su hermosa pamorámica. La playa de la Torre Sant Vicent destaca por los eventos culturales que se realizan en ella durante todo el año y su oferta lúdica. La playa Almadraba es ideal para pasear con tranquilidad ya que su Paseo Marítimo es exclusivamente peatonal. Por último, la playa Voramar se caracteriza porque desde ella se ven las villas de principios del siglo XX y su tranquilidad.