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Tengo un amigo asturiano que dice que España es Asturias, y el resto, terreno conquistado. Así que supongo que la idea de un restaurante asturiano muy cerca de la Plaza de España en Madrid, le parecería una idea genial.
La Charca Taberna es un fantástico restaurante asturiano que está a un paso de la Plaza de España y en el que se come de muerte. Para qué vamos a andarnos con remilgos. Se come y se bebe como se tiene que hacer. Platos buenos, contundentes y bien elaborados.
El Cachopo es para quitarse el sombrero. Tanto el clásico con jamón serrano, que fue premiado en 2020, como el innovador con Cecina. En el diccionario de la RAE, si pusieran una foto, al lado de “Cachopo” debería de estar la foto del que hacen aquí.
La carne del cachopo, buena hasta decir basta. El jamón o la Cecina, estupendas. Además, perfectamente frito y rebozado. Con un tamaño que hace justicia a todo lo demás.
Aunque nosotros hemos ido en verano, y 40 grados a la sombra no es el mejor ecosistema para tomarse una fabada asturiana, no quisimos dejar pasar la oportunidad de tomar aunque fuera una tapita. Fabulosa. La cocción de las fabes en su punta y el acompañamiento, riquísimo.
Las croquetas estaban como tienen que estar las croquetas. Que como dice Alberto Chicote, si un restaurante hace bien las croquetas, ya es un buen indicativo de si vamos a comer bien o no.
La sidra te ponen una especie de escanciador automático y eso hace que en primer lugar no desperdicies nada de la botella, y en segundo lugar no termines con las manos oliendo a sidra y el suelo hecho un charco.
Aunque esto que voy a decir puede resultar complicado, hay que hacerlo. Hay que dejar sitio a los postres. ¿Cómo se hace esto? Pues es difícil, porque los platos son muy buenos y probablemente lleguemos llenos al postre. Pero hay que hacer un último esfuerzo.
Resumiendo, nosotros almorzamos allí, teníamos un montón de cosas previstas que hacer luego, y muchas fueron pospuestas porque después de comer tan bien, lo único que nos apetecía era ir al hotel y dormir la siesta. También es verdad que después de dormir y con tan buenos alimentos en el cuerpo, nos sentíamos llenos de energía.