Cuando viajamos, estamos fuera de nuestro entorno. Esto provoca algunas molestias que pueden manifestarse de formas inusuales. Y, si a la ecuación le sumamos que cada persona tiene sus propias expectativas, necesidades, metas, etc., las cosas se complican más.
“Siempre va a haber diferencias cuando hacemos un viaje en grupo. La idea no es dejar de viajar con tu familia, sino tener en cuenta algunas cosas que te preparen para vivir estas vacaciones como una experiencia divertida y reparadora”, explica Laura Córdoba, psicóloga en TherapyChat, plataforma líder en psicología online. Según continúa apuntando Laura, “planear unas vacaciones con amigos o familiares y no tener en cuenta determinadas consideraciones puede terminar siendo una actividad de riesgo”.
Motivos que pueden causar conflictos
1. Toma de decisiones unilateral. La clave de las vacaciones grupales es compartir y negociar cada paso sin que alguien tome el control o decida por su cuenta. Cuando las decisiones se toman de forma unilateral, surge el conflicto.
2. Supervisión “no solicitada”. Viajar con algunas personas que se denominan sobreprotectoras puede terminar limitando la libertad del grupo respecto a ciertas actividades. Esto puede llevar a una menor dosis de aventura donde algunos deseos se ven reprimidos en favor de decisiones más consensuadas.
3. El agotamiento genera estrés. No importa lo emocionados que estemos de llegar al destino, llegar allí puede ser extremadamente estresante. Retrasos en los viajes, levantarse temprano o encontrarse fuera de tus horarios habituales puede generar estrés. Todo esto puede tener un impacto en los niveles de energía y paciencia, provocando mal genio o ansiedad.
Estrategias para prevenir el conflicto
1. Respetar y escuchar diferencias. Los miembros de la misma familia a menudo tienen diferentes intereses y personalidades. Y eso está bien. Se puede reducir el conflicto respetando esas diferencias, mostrando amor y encontrando compromisos que funcionen para todos los miembros de la familia.
2. Planificar el viaje con antelación, pero sin pasarnos. De esta manera se puede comentar el viaje con detalle previo a las vacaciones para que luego no haya sorpresas o reacciones desagradables. Sin embargo, no debemos abusar de la planificación, pues resultaría contraproducente y agotador.
3. No culpar a los demás. Este suele ser un problema que aparece en las familias. Cuando algo sale mal, nuestra respuesta natural es culpar a alguien más en la familia. Sin embargo, la culpa nunca resuelve el problema ni vuelve a encarrilar nuestras vacaciones. Es mejor concentrarse en lo que se puede hacer en el momento para resolver el problema.
Consejos para “sobrevivir” a esta experiencia
1. Ser considerado, no transigente. Es importante no planificar la totalidad de las vacaciones en torno a los niños o a los otros miembros de la familia. Si uno no se siente entusiasmado con lo que está haciendo, este sentimiento tiende a contagiarse a los que le rodean.
2. No forzar el «tiempo en familia». Es importante reconocer y apoyar la independencia, y no solo de los más pequeños. Tratar de forzar una relación exigiendo tiempo a sus familiares rara vez resulta en el tiempo de calidad que se desea.
3. Si me enfado, pido perdón. Tenemos que considerar que es normal o incluso esperable, que en alguna ocasión “perdamos el control”. Lo importante en este momento es que seamos capaces de reparar el daño y restablecer la confianza y los buenos sentimientos que este arrebato ha interrumpido.
4. No proyectar las experiencias pasadas en las vacaciones familiares. Si bien es importante tener en cuenta el pasado y lo que no gustó de las vacaciones familiares en la infancia, es importante no proyectar esos malos momentos en la vida actual.